‘Tuvimos la esperanza de que sobreviviera hasta el final’: familia de Juan Camilo Navarrete, quien murió tras un disparo por parte de agente de Dijín

Navarrete era un hombre de 38 años, bogotano y electricista de profesión. El día del fatídico hecho el hombre apenas iba a comenzar su jornada laboral, cuando la discusión acalorada por un hecho de intolerancia vial le quitó la vida después de recibir un disparo en la cabeza.

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Óscar Cardozo, el hermano de Camilo, lo recuerda con aprecio al joven electricista “era un hombre bueno, tenía un proyecto de vida definido, se acababa de comprar su apartamento en Soacha y se fue a vivir con su familia, lo estaban remodelando”.

Hace un año le entregaron el apartamento en Soacha, el cual estaba sin terminar, por lo que estaban invirtiendo en mejoras. De hecho, en los próximos días iban a remodelar la cocina integral. “Ellos poco a poco iban avanzando, en la empresa llevaba 10 meses y con eso pudo solventar las deudas que le trajo el nuevo hogar”, resalta tristemente el hermano.

Su familia estaba feliz de esta nueva adquisición, pero la noticia del homicidio del padre de familia derrumbó las ilusiones de su humilde hogar. Camilo vivía con la esposa y sus dos hijos, un niño de 13 años y una niña de 15.

De hecho, el hermano recuerda que la última vez que vio a Camilo fue en la fiesta de 15 de la sobrina, y lo describe como “un buen padre”.

Camilo Navarrete era el segundo hijo de cuatro, dos varones y dos mujeres. Vivió con su madre y su padre en el sur de la ciudad. Sin embargo, desde temprana edad, su hermano Óscar, quien habló con EL TIEMPO, vivió con la abuela materna, por lo que en la crianza solo se veían esporádicamente para jugar.

“Después cada uno hizo su hogar, él ya con esposa y dos hijos. Nos solíamos ver en las fiestas familiares, la última fue en la fiesta de 15 de su hija”.

Juan Camilo trabajaba en el área de mantenimiento desde hace 10 meses, en una empresa de electricidad, ubicada en la avenida Américas con calle 57. En una tarde común y corriente, salió por tinto con sus compañeros como normalmente lo hacía. Esta vez, no pudo regresar.

Como lo relata su hermano Óscar Cardozo a EL TIEMPO, Juan Camilo entraba al turno de la de la tarde para iniciar su jornada laboral en la empresa de electricidad en la que trabajaba.

Era muy común que entre Camilo y sus compañeros tomaran un tinto antes de ingresar al trabajo. Esa tarde, la greca de café de la empresa no funcionaba, por lo que decidieron salir y comprarlo afuera.

Cuando él y su grupo de amigos iban camino a su ritual mañanero, una camioneta iba en contravía cuando cruzaron la calle, y según el hermano, casi los atropella.

La euforia del momento llevó a que Camilo y su grupo de amigos intercambiaran insultos contra el conductor. En un hecho de intolerancia, quien iba conduciendo se salió de casillas, desenfundó el arma y le disparó en la cabeza a Camilo. El ejecutor era, presuntamente, un funcionario de la Dirección de Investigación Criminal (Dijín). Estaba en servicio activo.

Después, en medio del escándalo, lo trasladaron a la Clínica de Occidente, donde pasó los últimos días con vida.

“Desde que llegaron al hospital, le dijeron que si se salvaba era un milagro”. Indicó su hermano Óscar y añadió “nosotros siempre tuvimos esperanza hasta el último momento”.

Los siguientes 10 días del atentado, la familia Navarrete estuvo en vilo esperando noticias sobre su estado físico. Cuentan que a veces parecía mejorar, y a veces empeoraba. “El doctor nos dijo que tenía muerte cerebral y decidimos esperar hasta que su organismo dejara de funcionar”, indicó el hermano. Su muerte sucedió a las 9 a. m. del martes 4 de junio.

El sujeto que disparó fue capturado en flagrancia y, al parecer, el arma de fuego no tenía la documentación en orden. El viernes 24 de mayo se adelantó la primera audiencia en donde esta persona no aceptó cargos.

Al fallecer Navarrete, las estancias judiciales cambian. Por lo que se espera que la investigación y las audiencias cobren justicia ante este hecho. Su familia pide colaboración de los entes de control para que los hechos sean resueltos lo más pronto posible.

EL TIEMPO se ó con la Fiscalía, quien investiga los hechos, pero no quisieron dar declaraciones por el momento.