En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cómo está el clima en Bogotá?
¿Cómo se llama el hijo de Petro?
¿El pico y placa en Bogotá como quedaría para el 2024?

Cimarrón, con alma de mujer

La agrupación de música llanera inicia una nueva gira internacional bajo el liderazgo de Ana Veydó.

Cimarrón, la agrupación de música llanera, llevará, en su próxima gira, a ocho países el sonido de la Orinoquia.

Cimarrón, la agrupación de música llanera, llevará, en su próxima gira, a ocho países el sonido de la Orinoquia. Foto: cortesía grupo Cimarrón.

Alt thumbnail

Actualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Ana Veydó, cantante y directora de Cimarrón, la agrupación que sigue revolucionando el sonido de la Orinoquia colombiana, vuelve a levantar el vuelo. A partir de este mes hasta octubre próximo, llevará la llamada ‘Gira Mundial del Joropo’ a importantes escenarios de Europa y Estados Unidos.
El propósito de este tour, que pasará por ocho países (Francia, Alemania, Noruega, Hungría, República Checa, Gales, Inglaterra y Estados Unidos), es presentar un renovado espectáculo de canto, danza zapateada y virtuosismo instrumental basado en La recia, el más reciente trabajo de la agrupación. La propuesta de Cimarrón es disruptiva y ha enriquecido la música llanera con instrumentos como el cajón afroperuano, surdo brasileño, manguaré amazónico y la tambora afrocolombiana, entre otros. Luego de la muerte de su fundador, el maestro Carlos ‘Cuco’ Rojas, en 2020, ha sido Veydó quien ha aportado nuevos bríos a la propuesta sonora, estética y escénica de Cimarrón, que hoy impacta por su fuerza y expresividad. Gracias a ella, hay Cimarrón para rato.
El proceso de la agrupación tiene, en realidad, dos momentos importantes. Uno es su nacimiento, antes de la década del 2000, como una especie de banda-tributo conformada por músicos colombianos que, bajo el liderazgo de Rojas, aprendieron e interpretaron con maestría el joropo venezolano en el tradicional formato de arpa, bajo, cuatro y maracas. El otro momento ocurre después de ese año, cuando Rojas y Ana Veydó se conocen y se unen, no solo como pareja, sino como artistas, llevando a Cimarrón a su propia sonoridad y a la consagración definitiva en los escenarios del mundo.
Prestigiosos medios británicos como el Financial Times, The Times y Songlines han elogiado recientemente el trabajo de Ana al frente de Cimarrón. Este último destaca cómo el álbum La recia “contiene la energía de la mujer como la cara principal y no como el reverso, es decir, no como una energía que emula la del hombre buscando su aprobación, sino como una energía independiente e igual de poderosa”.
Esa energía se hace sentir en canciones como Pajarillo de la noche, cuya letra dice:
Ay, yo soy la que anda de noche
Con la luna voy brillando
No tengo padre ni hijo
Tampoco espíritu santo
Soy materia chamarrera
Santiguo desde lo alto
La que apaga los infiernos
Con el soplo de su canto
Donde no llega tu reino
Donde palma no han sembrado
Aquí mandan siete hermanas
Con medio pecho quemado…
Uno de los principales atractivos de la ‘Gira Mundial del Joropo’ será la nueva colaboración de Cimarrón junto a Catrin Ana Finch, arpista, arreglista y compositora galesa, quien además de ser una auténtica estrella mundial de este instrumento, fue la arpista oficial del Príncipe de Gales entre 2000 y 2004. También será la primera vez que Cimarrón se presente en la Casa de la Música de Budapest, en Hungría. No menos importante, será el concierto que ofrecerá en el WOMAD, de Inglaterra, y su paso por el Festival Colours of Ostrava, de la República Checa, donde compartirá cartel con bandas como Interpol, One Republic y el rapero Macklemore.

Vanguardia joropera

Este trabajo fue concebido en conexión con el gran aporte de Carlos, pero también desde la posibilidad de explorar a partir de los ritmos, de jugar con los sonidos de la naturaleza y del Llano
En 2019, el álbum Orinoco fue nominado al Grammy Latino; pero antes, en 2005, la agrupación había hecho historia al ser nominada al Grammy Anglo en la categoría de mejor álbum de música tradicional del mundo por su trabajo Sí, soy llanero, del sello Smithsonian Folkways Recordings. Entre 2012 y 2020, Cimarrón ganó premios en los Independent Music Awards, de Estados Unidos a mejor álbum latino; y en los Songlines Music Awards, del Reino Unido, como mejor grupo, entre otros.
Sobre el sonido actual de la agrupación, cuestionado por quienes se aferran a la ortodoxia en la interpretación de las músicas de la Orinoquia en Venezuela y Colombia; y, lo que es peor, que resienten el ascenso de una mujer en un terreno musical dominado por los hombres; cabe hacer algunos comentarios.
Lo primero es que en La recia no desaparece el legado del maestro Carlos Rojas. Al contrario, se le rinde un homenaje póstumo en los temas Cuco en el arpa y Agüita fresca, que, luego de largas horas de trabajo en estudio, incorporaron improvisaciones suyas al producto final. Pero el álbum, como era de esperarse, va más allá de ese legado y propone una concepción fresca y vanguardista del joropo liderada por Veydó. Si algo queda claro, es que La recia nos muestra qué está pasando hoy con el folclor de la Orinoquia colombiana.
“Este trabajo fue concebido en conexión con el gran aporte de Carlos, pero también desde la posibilidad de explorar a partir de los ritmos, de jugar con los sonidos de la naturaleza y del Llano, por ejemplo, en temas como Del viento. Por otra parte, Velorio recrea un canto fúnebre heredado de los tiempos de la colonia, que nosotros retomamos para este disco y cuyo video se rodó en Orocué, Casanare, con las comunidades sáliba de esa región. Mucho antes de que existiera el joropo, ya había un gran acervo cultural asentado en estos territorios; y mucha historia de la cual nos nutrimos ahora nosotros al hacer música y ponerla en escena. Para mí, los verdaderos llaneros son ellos, los del pueblo sáliba”, dice Veydó.
Lo segundo es señalar que uno de los principales obstáculos que encuentra hoy la tradición musical colombiana no viene de la falta de estímulos ni del poco entusiasmo que despierta entre los más jóvenes, sino del purismo, regionalismo y machismo de ciertos hombres que se creen con derecho a señalar qué es y qué no es digno de aprobación en los circuitos de nuestra música. Esta rigidez mental no solo recae en el aspecto musical, sino en el dancístico, pues para ser considerado como tal, el folclor insiste en perpetuar la narrativa de la ingenua mujer campesina que es cortejada por un hombre durante un baile. Proponer una fórmula distinta pareciera una herejía.
En la tradición del baile llanero, por ejemplo, la mujer tiene prohibido zapatear como lo hace el hombre. Lo que ella baila se llama escobilleo. Y como ocurre con muchas danzas del folclor colombiano, su función es decorar el lucimiento del hombre, siempre sonriente, en discreta coquetería, presta al galanteo de su pretendiente. Si bien hay semejanzas entre el joropo y el flamenco tanto en lo musical como en el baile; en el segundo, la mujer goza de plena libertad para expresarse en el tablao; mientras que el primero repite, sin alteración aparente, el mismo ritual de cortejo a la mujer. ¿Podrían nuestras danzas ‘folclóricas’, sin renunciar a su esencia, proponernos algo distinto a la dinámica sosa del galanteo y mostrarnos otras facetas de mujeres y hombres en conexión con la realidad colombiana de hoy? ¿No sería cuando menos interesante ver que una rueda de cumbia se baila en función de un éxodo o un retorno y no de una conquista amorosa? ¿O una guabina que escenifique la vida anónima de una mujer santandereana sin necesidad de gallinazos ni bailes cogidos que, en sus comienzos, escandalizaron al clero?
Al respecto, Cimarrón nos da una lúcida y contundente respuesta. “Canciones furiosas y salvajes rutinas de baile con sutil trabajo instrumental”, como dice el diario The Guardian. Sobre el escenario canta la voz rasgada de Ana Veydó, ataviada con tocados y guirnaldas, rodeada por músicos virtuosos que zapatean velozmente con el torso desnudo y tatuado; en un trance electrizante y, ante todo, divertido. “Reinventar los sonidos tradicionales es lo que ha distinguido a Cimarrón en los escenarios internacionales”, remata la edición británica de la revista Forbes. Ana Veydó ha desafiado lo impensable dentro de ese problemático espectro del “folclor” colombiano; y lo ha hecho con una propuesta de gran factura, aclamada mundialmente por su colorido y versatilidad.
No obstante, alejarse de la ortodoxia también tiene su precio: “Ciertas personas del medio musical asumen que, tras la muerte de Carlos, murió también Cimarrón y he tenido que lidiar con eso como artista y como mujer. ‘Es que Carlos sigue vivo’, dicen los que, al escuchar La recia, intentan minimizar mi trabajo”, confiesa Veydó.
La polarización y el radicalismo, tan arraigados en la política, trascienden con facilidad al terreno de la creatividad y las artes en Colombia. No ser oriundo de un territorio equivale a una prohibición para hacer ciertas músicas tradicionales, ignorando las dinámicas culturales que rebasan las barreras geográficas; y, lo que es peor, despreciando el genuino amor de un quibdoseño por las músicas del Caribe; o de una boyacense como Ana Veydó por las músicas de la Orinoquia, que creció escuchando en la radio junto a sus hermanos. ¿No ser llanero nos quita el derecho de hacer música llanera? ¿La música llanera hecha por una mujer tiene menos mérito que la hecha por un hombre? Más que reflexiones, estas preguntas son un llamado a la acción.

Europa, la primera estación

“Nací en el campo, en Otanche, al oeste de Boyacá, en la zona más cálida de los Andes. Mis padres cultivaban café y caña de azúcar, pero también tenían ganado. La imagen más vívida que tengo es la de mi madre recogiendo café con canastas de palma que ella misma tejía, mientras mis hermanas y yo apartábamos a los terneros del camino. Por la tarde, cuando terminábamos de trabajar, escuchábamos joropo. Así fue como descubrí y aprendí a amar esta música”, recuerda Veydó en una entrevista concedida a Songlines.
Las primeras paradas de la ‘Gira Mundial del Joropo’ serán Francia y Noruega. Los ensayos, producción de vestuario y toda clase de trámites acaparan los días de Veydó, los músicos y el personal técnico de Cimarrón en la antesala al viaje. Ella se muestra emocionada y expectante. Gracias al tour, el público podrá escuchar los diferentes golpes de la música llanera, algunos de ellos, con nombres preciosos como el quitapesares, el zumba-que-zumba o el pajarillo.
“Este es un trabajo minucioso porque hemos ido a los elementos esenciales de cada ritmo y no solo proyectamos nuestro aporte en la música misma, sino en el zapateo, el vestuario y la puesta en escena. Es en esta mirada amplia y a la vez profunda donde estamos poniendo todo el esfuerzo. ¿Qué buscamos? Que la gente reconozca y valore”, agrega Veydó.
Para ella, es mejor hablar de mujeres de la Orinoquia en vez de mujeres llaneras. “A estas últimas —dice— suele atribuírseles gran destreza con los caballos y las labores de vaquería; un carácter fuerte, casi indomable, que se enmarca en un amanecer o atardecer de postal. Y seguro las hay y está muy bien. Pero las primeras, en cambio, son un grupo mucho más amplio y más diverso, en el que caben mujeres indígenas, como las del pueblo sáliba; y oficios como los artesanales, que incluyen la tejeduría en fibra de cumare y la talla de madera. O a las mujeres operarias que trabajan en el sector petrolero. Es más, esa diversidad aplica hasta para el paisaje porque igual que la abundancia del agua y el verde, el Llano colombiano también se define por los duros períodos de sequía. Y ese es el Llano que a mí más me conmueve”.
El Llano inhóspito de los que no tienen, el Llano de los despojados, como diría Ana Veydó. El verdadero Llano recio.
JUAN MARTÍN FIERRO
PARA EL TIEMPO

Más noticias A Fondo

Sigue toda la información de Cultura en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.