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El costo de los excesos / Análisis de Ricardo Ávila

La manera en que se comportan ciertos billonarios, uno de los grandes problemas del capitalismo.

Elon Musk.

Elon Musk. Foto: Twitter

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El viernes pasado, la persona más rica del mundo perdió 1.800 millones de dólares a lo largo de la jornada. Como consecuencia del retroceso en los precios de las acciones que afectó a los principales mercados del planeta, la fortuna de Elon Musk se redujo en 0,72 por ciento, de acuerdo con las cuentas en tiempo real que lleva de manera permanente la publicación Forbes.
Seguramente el tema no le importó, pues el patrimonio del fabricante de vehículos eléctricos Tesla asciende a 255.800 millones de dólares, según la misma publicación. La cifra, además, supera en 17 por ciento a la de comienzos de 2022, con lo cual el retroceso de finales de la semana –enorme para cualquier ser humano con excepción de un puñado de magnates– realmente es de orden menor.
Lo sucedido es una muestra más de lo que les puede pasar a los 2.668 individuos de los cinco continentes cuyos bienes superan los mil millones de dólares. Aunque el número de privilegiados es menos ahora que el del año pasado, por cuenta de la guerra en Ucrania, que golpeó la valorización de las posesiones de los más ricos en Rusia, o de la actitud del Gobierno chino en contra de las empresas de tecnología, el grupo posee activos netos por 12,7 billones de dólares, más de 40 veces lo que produce Colombia en un año.
De la mano de esa instantánea aparecen los excesos. En 2021 se vendieron 887 superyates por más de 7.000 millones de dólares, dos veces el dato de 2019. Jeff Bezos, fundador de Amazon, debería recibir en unos meses un enorme velero que obligará a desmontar temporalmente un puente de gran significado histórico en el puerto de Róterdam (Holanda), el cual le costó más de 500 millones de dólares.
Y aunque el fenómeno no es nuevo, todo apunta a que se ha hecho más extremo. De acuerdo con la organización no gubernamental Oxfam, durante la pandemia las cosas se pusieron peor, pues los diez hombres más ricos duplicaron lo que poseen. Ahora ese grupo cuenta con seis veces más riquezas que los 3.100 millones de personas ubicadas en la base de la pirámide de ingresos, según Gabriela Bucher, directora ejecutiva de la entidad.
Estados Unidos continúa siendo el epicentro de las grandes chequeras con 735 representantes en la lista de ‘Forbes’, dueños en conjunto de unos 4,7 billones de dólares. En segundo lugar está China.
Si bien existen personas muy adineradas en las más diversas latitudes, Estados Unidos continúa siendo el epicentro de las grandes chequeras con 735 representantes en la lista de Forbes, dueños en conjunto de unos 4,7 billones de dólares. China se encuentra en segundo lugar con 607 nombres que suman 2,3 billones de dólares de fortuna.
Cada uno es dueño de más de lo que podría gastarse a lo largo de su vida, incluyendo gustos o excentricidades. De vuelta a Musk, es sabido que hace poco consiguió que su oferta de pagar 44.000 millones de dólares por Twitter resultara aceptada, para lo cual vendió acciones y consiguió una serie de socios que le permitirán cancelar la abultada cuenta.

¿Todo es plata?

Para qué quiere quedarse alguien con una red social que cuenta con menos de 300 millones de clientes activos –incluyendo la mayoría de los representantes del poder político– es algo que todavía ocasiona debates. Al respecto, el empresario sudafricano se ha declarado como un “absolutista de la libre expresión”, aunque falta ver qué quiere decir eso en la práctica.
Más allá de las especulaciones es evidente que sobre todo los que se hicieron en el mercado estadounidense tienden a buscar un impacto más grande. Bill Gates y su ahora exesposa Melinda manejan la fundación más grande del globo, cuya notoriedad es mayor en estos tiempos por cuenta del covid-19, tanto en la etapa de contención como de aplicación de las vacunas.
A su vez, Jeff Bezos, muestra un claro interés en los asuntos ambientales al igual que en los asuntos del espacio, fuera de ser el dueño del prestigioso diario 'The Washington Post'. Mark Zuckerberg, creador de Facebook y ahora la cara de Meta, acabó distribuyendo 350 millones de dólares a oficinas electorales en 2020, con el fin de apoyar la credibilidad del sistema norteamericano.
Mark Zuckerberg, creador de Facebook y ahora la cara de Meta, acabó distribuyendo 350 millones de dólares a oficinas electorales en 2020
Tanto los innovadores mencionados como algunos de sus pares creen firmemente en la filantropía. A la fecha, el mayor referente es Warren Buffet, el alma del conglomerado de inversiones Berkshire Hathaway, quien se ha comprometido con ceder el 99 por su ciento de su fortuna estimada en más de 115.000 millones de dólares, para financiar estrategias relacionadas con la lucha contra la pobreza y la salud.
En lo que atañe a Estados Unidos, Forbes señala que los 25 donantes más grandes han comprometido 169.000 millones de dólares a lo largo de sus vidas. La suma es enorme, pero la publicación sostiene que en el último año ese mismo grupo vio incrementar su patrimonio en 150.000 millones de dólares, el cual ahora asciende a 1,1 billones.
Mientras tales movimientos tienen lugar, se mantiene la polémica en torno a una creciente desigualdad, acelerada por la presencia del coronavirus. Si bien en buena parte del planeta la reactivación es una realidad, decenas de millones de personas perdieron sus empleos y sufrieron retrocesos considerables en su calidad de vida, como lo muestran los datos relativos a la pobreza y la inequidad en la distribución de ingreso.
Ahora que la inflación es el gran dolor de cabeza para decenas de países, incluyendo a Colombia, la discusión es todavía mayor. En un escenario de tasas de interés al alza y comida más cara, los grandes afectados son aquellos que no disponen de capacidad de ahorro o destinan una mayor proporción de lo que ganan a alimentarse.

Ideas sobre la mesa

Frente a semejante lectura, suenan diversas propuestas. Desde la publicación de su conocida obra, El capital en el siglo XXI, el francés Thomas Piketty se convirtió en abanderado de esquemas tributarios mucho más estrictos que lleven consigo el concepto de progresividad, resumido en la máxima según la cual quien tiene más debe pagar mucho más.
Incluso Joe Biden propuso en marzo pasado un esquema orientado a los llamados “ultrarricos” en Estados Unidos. Según este, los hogares con un patrimonio superior a 100 millones de dólares deberán cancelar el 20 por ciento de su ingreso total, incluyendo ganancias de capital no realizadas, como la valorización de acciones poseídas. Dado que no se trata de gravar un flujo de recursos, el giro se podría diferir a lo largo de varios años.
La idea, sin embargo, no parece encontrar mucho eco en el Congreso en Washington. Sus críticos sostienen que en la práctica es muy difícil de aplicar y que castiga a las fortunas de papel, pues a fin de cuentas los billonarios no poseen el dinero que se les atribuye en sus cuentas de banco, sino que este se encuentra invertido en títulos, no todos de fácil liquidez.
Un planteamiento más controversial es el que hacen poderosos como Musk, quien insiste en que genera más valor su capacidad de reinvertir capitales y multiplicarlos, que darle fondos a las arcas estatales que pueden acabar en despilfarro. A lo anterior se suman los regímenes dispares que permiten eludir pagos, haciendo uso de paraísos fiscales o de mecanismos legales que aprovechan vacíos en las normas.
Esto consiste en aplicar la máxima de la perinola que popularizó en su momento Antanas Mockus, una de cuyas caras señala que “todos pagan”, de acuerdo con su capacidad económica
Sea como sea, el debate no cesa como acaba de comprobarse en Francia durante la contienda presidencial que reconfirmó a Emmanuel Macron en su cargo. Aparte de la victoria del actual mandatario, los observadores registraron el ascenso de su oponente de extrema derecha apoyada en la afirmación de que el actual inquilino del Palacio del Elíseo gobierna en favor de los ricos.
Todo lo anterior sirve de contexto para entender la evolución del tema en Colombia. Aunque la factibilidad de una reforma tributaria no ha estado en el centro del debate electoral, quienes miran las cifras detalladamente subrayan que incluso con la bonanza inesperada que trajo el alza en las cotizaciones de las materias primas que el país exporta, la realidad de las cuentas públicas es inquietante.
Del lado de los gastos se encuentran las erogaciones que surgieron para mitigar la dura realidad que debieron enfrentar millones de familias durante la pandemia, sumadas a promesas como la de darle un estipendio mensual más elevado a los adultos mayores o a aquellos que están en la base de la pirámide de ingresos. Aparte de lo anterior se encuentra el enorme costo de subsidiar la gasolina corriente y diésel, que está muy por debajo de su nivel de paridad internacional.
Como bien lo señaló un reporte reciente de Anif, tan solo entre enero y marzo de 2022 ese desfase habría ascendido a 6,2 billones de pesos que van a cargo del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles que istra Ecopetrol. La misma entidad proyecta que en lo que queda del calendario el déficit subirá otros 19,8 billones que, sumados a lo que venía de atrás, muestra un faltante de 33,1 billones que se disimula como una cuenta por pagar que tarde o temprano deberá liquidarse.
Poner la casa en orden será un verdadero dolor de cabeza para quien ocupe la cartera de Hacienda en la istración que viene. Al respecto, aparecerá la tentación de decir que el remedio está asegurado si solo un grupo pequeño de contribuyentes adinerados asume la cuenta a través de impuestos al patrimonio y mayores gravámenes a los dividendos y las herencias.
Sin embargo, reconociendo que hace falta una mayor equidad y que en ciertos sectores como la ganadería la informalidad y el bajo esfuerzo contributivo tienden a ser la norma, los verdaderos recaudos están en la ampliación de la base tributaria y la eliminación de exenciones para un grupo mucho más amplio de la población, con elementos de compensación en favor de los sectores más vulnerables. Por supuesto que la lucha contra la evasión forma parte de ese enfoque, lo cual demanda una mayor efectividad de la Dian, el uso de más herramientas tecnológicas y cooperación internacional en materia de información.
De manera complementaria, la transparencia del gasto público y su buena asignación acaba siendo crucial para conseguir la cuadratura del círculo. En último término, la legitimidad de cualquier sistema tributario se basa no solo en cobrar sino en distribuir lo que se obtiene para que la sociedad sea mejor.
Políticamente hablando el asunto no es nada fácil, pues es más atractivo sintetizar la discusión y presentar soluciones aparentemente simples pero inefectivas, que hacer lo correcto. Esto consiste en aplicar la máxima de la perinola que popularizó en su momento Antanas Mockus, una de cuyas caras señala que “todos pagan”, de acuerdo con su capacidad económica.
Y en el entretanto Colombia está en la obligación de apoyar la conversación que sucede al interior de la Ocde en el sentido de adoptar un impuesto global mínimo, que evite la concentración excesiva del capital y los excesos de los billonarios. Esa es la manera adecuada de manejar de manera colectiva un desafío que también es mundial y que requiere una respuesta concertada, para que la desigualdad no siga haciendo de las suyas.
Esa es la manera adecuada de manejar de manera colectiva un desafío que también es mundial y que requiere una respuesta concertada, para que la desigualdad no siga haciendo de las suyas, convirtiéndose en uno de los grandes problemas políticos del capitalismo.
RICARDO ÁVILA PINTO
ANALISTA SÉNIOR DE EL TIEMPO

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