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Desaparecidos: 'Mientras más tiempo pase, se destruye la posibilidad de identificarlos'
El antropólogo forense Carlos Ariza, de la UBPD, habla de los retos para esta labor en el país.
Carlos Andrés Ariza, antropólogo de la UBPD. Foto: UBPD
El 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, un fenómeno que ha dejado en Colombia, en medio del conflicto armado, al menos 103.955 víctimas, según los últimos estimados de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), surgida del Acuerdo de Paz firmado en 2016 para buscarlas.
Allí trabajan personas como Carlos Andrés Ariza, un antropólogo forense bumangués, de 42 años de edad, que trabaja en la región Nororiente con la UBPD para intentar brindar alivio a familias que llevan años sin saber de sus seres queridos.
¿A cuántas personas están buscando en la región Nororiente con la UBPD?
Hay miles de familias que buscan a sus seres queridos en municipios del Magdalena, el sur del Cesar, y Norte de Santander. El universo provisional de personas que buscamos en la región es de 4.259, con grandes retos porque, incluso hoy, muchas personas que tienen seres queridos desaparecidos tienen miedo de reportarlos, porque el conflicto aquí persiste.
¿Cómo es buscar a personas desaparecidas por el conflicto cuando este no ha parado?
Es un trabajo que implica hacer pedagogía y construir confianza con las familias y los actores armados para que entiendan la naturaleza extrajudicial, confidencial y humanitaria de la Unidad. Siempre hay un familiar que espera a un desaparecido, nos interesa poder aliviar el sufrimiento de esas familias con la certeza de saber qué pasó, no la incertidumbre de la desaparición.
Carlos Andrés Ariza, antropólogo de la UBPD. Foto:UBPD
Siempre hay un familiar que espera a un desaparecido, nos interesa poder aliviar el sufrimiento de esas familias con la certeza de saber qué pasó.
¿En otros países es común buscar desaparecidos con un conflicto activo?
Colombia es un caso sui generis, normalmente las comisiones de búsqueda se instalan después de una construcción de paz, pero acá sigue habiendo bandas criminales, disidencias, Eln, entre otros grupos. Esto le sorprende mucho a equipos internacionales que vienen para intercambios de experiencias porque Colombia tiene una experticia deseada en el mundo para fortalecer equipos de búsqueda. También hay que decir que en medio del conflicto armado no solo la UBPD ha estado buscando a las personas, también lo han hecho la Fiscalía, la Dijín de la Policía, entre otros, pero por el carácter extrajudicial y humanitario de la Unidad, hemos llegado a lugares donde jamás la institucionalidad había podido, como algunos sitios en La Gabarra (Tibú, Norte de Santander), Arauca y Amazonas.
¿La búsqueda comienza siempre con una denuncia de una familia?
Una solicitud de búsqueda es solo un camino, también hay casos en los que un excombatiente puede decir dónde inhumó a alguien, o que un campesino encuentra en algún terreno unos restos óseos. En ese sentido, puede haber cuerpos sin identidad o identidades sin cuerpo, por eso la interdisciplinariedad es fundamental.
Acá trabajan sociólogos, politólogos, antropólogos, trabajadores sociales, abogados, arqueólogos, geólogos, topógrafos, pilotos de dron, médicos, genetistas, expertos en balística… una cantidad de disciplinas para recopilar toda la información posible. Es enorme la cantidad de seres humanos y profesiones que están detrás de la búsqueda para reparar el tejido social dañado por la desaparición.
Carlos Andrés Ariza, antropólogo de la UBPD. Foto:UBPD.
¿Recuperar restos es el último paso?
El proceso no acaba con la recuperación, desde ahí hay un proceso de recolectar información, con trabajo de campo y de laboratorio para la identificación y para saber la historia detrás del cuerpo. Después viene la entrega digna a las familias y sus procesos de duelo.
¿Cómo trabajan para que, aun si eventualmente no encuentran un cuerpo, las familias puedan tener una respuesta?
Cuando uno entiende el drama que significa la desaparición forzada en una familia, entiende la importancia no solo de encontrar a ese ser querido, sino de responder a la pregunta de qué lo llevó a desaparecer. La Unidad busca establecer qué ocurrió y presentarlo a la familia. Hay unos procesos de identificación científica con ADN, pero eso puede no ser tan significativo para una familia como de pronto ver que encontramos un anillo o un collar particular con el que su ser querido siempre andaba.
Es decir, muchas veces el cuerpo en sí no es la respuesta, sino poder contar qué le pasó.
Es decir, muchas veces el cuerpo en sí no es la respuesta, sino poder contar qué le pasó. También en algunos casos va a ser imposible encontrar o identificar a un desaparecido por la poca información, pero sí hay que mostrarle a la familia qué se hizo para saber qué le pasó.
¿Cuáles son las dificultades para la búsqueda en Colombia?
El primer reto es lo extensa que ha sido la dinámica de la desaparición, son seis décadas de conflicto con multiplicidad de actores desapareciendo a personas de diferentes perfiles y con distintas prácticas. También está el envejecimiento de las personas que buscan, llevan décadas buscando a su ser querido y hoy tienen 70 u 80 años y están falleciendo. A veces estamos teniendo que exhumar cadáveres de familiares para poder tomar muestras e identificar otros cadáveres de sus seres queridos.
¿Las condiciones de los terrenos afectan?
Con una desaparición por periodos tan extendidos, los paisajes van cambiando, sitios que antes eran bosques ahora son potreros y es difícil para los aportantes de información reconocerlos. De otro lado, recuperar un cuerpo de una fosa clandestina en campo abierto tiene el reto de que cuando los cuerpos se inhuman sin ningún contenedor pueden erosionarse muy rápido por la acidez de los suelos, hemos encontrado sitios en los que solo vemos una sombra en el suelo o un par de dientes, o que se conserva la ropa pero los huesos han desaparecido por completo.
Usted está ahora en una intervención en el cementerio de Cúcuta, ¿cómo identificaron que ahí podría haber cuerpos de desaparecidos?
Desde el 7 de agosto en Cúcuta hay un equipo interdisciplinar para buscar entre 657 y 857 cuerpos de personas desaparecidas que podrían estar allí. Para llegar fueron cuatro años de análisis de información porque comenzamos a ver varias solicitudes de búsqueda que señalaban que el sitio más probable de disposición sería este.
A partir de ahí, la estrategia fue rastrear cuerpos no identificados que pasaron por Medicina Legal y que en su necropsia dijeran que fue una muerte violenta en el conflicto armado, lo cual también ha sido un reto porque hoy en día una necropsia puede tener 10 páginas, pero hace 20 años podía ser de media página. También revisamos documentos del cementerio sobre dónde se inhumaron los cuerpos todo este tiempo.
Encuentro entre víctimas y funcionarios de la UBPD. Foto:UBPD
¿Entonces iban con sitios claros donde estaban los cuerpos que podrían ser de desaparecidos?
Por este cementerio pasaron casi 900 cadáveres no identificados entre 1985 y 2016, de esos, solo 35 estaban en sus sitios primarios. Los demás estaban en una especie de bodegas a las que no les cabe un cuerpo más, hay cerca de 900 cuerpos en más de 30.000 bolsas. En Cúcuta ya teníamos 657 necropsias sistematizadas y ahora el trabajo es revisar cada bolsa para intentar encontrar una compatibilidad con alguna de esas necropsias. Para esta fase hemos abordado un sitio con cerca de 400 bolsas y ya hemos revisado un poco más de 112.
¿Esa preservación en bodegas del cementerio no daña los cuerpos?
Hemos encontrado bolsas que son literalmente polvo porque era un cuerpo esqueletizado al que le pusieron otras 40 bolsas encima.
Hemos encontrado bolsas que son literalmente polvo porque era un cuerpo esqueletizado al que le pusieron otras 40 bolsas encima. Ese es otro reto que tiene la búsqueda, entre más tiempo pase, los cadáveres se destruyen y con eso, se destruye la posibilidad de encontrar rasgos individualizantes que ayuden a identificar a una persona. Cada día que pasa estamos trabajando con cadáveres de más tiempo que se van destruyendo, por eso es tan urgente desplegar mayores acciones de búsqueda para lograr abarcar en poco tiempo grandes cantidades de cadáveres y lograr salvaguardarlos.
¿Cómo ha sido su trayectoria profesional?
Yo me gradué de un colegio técnico, nunca me enseñaron mucho de ciencias sociales y terminé estudiando ingeniería electrónica. Ya graduado decidí formarme como antropólogo y me pagué mi segunda carrera en la Universidad Nacional con lo que ganaba trabajando como ingeniero.
Cuando salí, me enganché con la antropología forense y llevo 15 años en esto pasando por múltiples instituciones, nacionales e internacionales. A lo largo de mi carrera he participado en más de 5.000 diligencias de búsqueda, y acá en la UBPD estoy cerrando mi recuperación número 500 en estos cinco años.
¿Qué lo impulsó a querer dedicar su vida a buscar a desaparecidos?
Decidí dedicarme a esto por una charla sobre desaparecidos que tuve en cuarto semestre, ahí sentí que tenía talento con los huesos y eso hice mis primeros 10 años, manteniendo una distancia con las familias. Cuando llegué a la UBPD eso cambió, acá las familias están en el centro y participan de manera activa. Eso ha significado retos personales de cuidado emocional, pero escuchar sus historias me ha permeado de su fortaleza y resiliencia.