¿Cómo transformar el estigma que relaciona la hoja de coca con el narcotráfico para hacer que la sociedad deje de ver el tema como criminal y delictivo y transformar la imagen de esa planta como una oportunidad productiva en lugar de ser símbolo del delito?
Esas fueron algunas de las preguntas en torno a las cuales se desarrolló el conversatorio ‘La ciencia y el tránsito de economías ilícitas a productivas’, realizado en alianza de EL TIEMPO, Portafolio y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia.
Durante el encuentro se plantearon varios desafíos: desestigmatizar la connotación negativa de la planta, llegar con equipos a las comunidades productoras para avanzar en agroindustria, cambiar las normas que impiden llevar la hoja de coca a los laboratorios para analizarla y garantizar la investigación que lleve a contar con evidencias de los diversos usos que pueden convertirla en una oportunidad productiva.
En el conversatorio, moderado por el Editor General de EL TIEMPO, Ernesto Cortés, participaron Yesenia Olaya, ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación; Gloria Miranda, directora Nacional de la Dirección de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito; Dora Troyano, coordinadora del programa Alianza Coca Para la Paz, y Andrés González, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química y Alimentos de la Universidad de los Andes.
“La palabra clave es evidencia. La gente solo se va a convencer de que la hoja de coca no es el enemigo sino la oportunidad, si se le da un uso distinto al de la cocaína”, aseguró Gloria Miranda, directora Nacional de la Dirección de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito. En su concepto, la gente necesita ver evidencia “y eso solo lo podemos conseguir con ciencia, con productos que ellos puedan ver que son inofensivos”, advirtió.
La palabra clave es evidencia. La gente solo se va a convencer de que la hoja de coca no es el enemigo sino la oportunidad, si se le da un uso distinto al de la cocaína.
“Como ministerio de Ciencias aportamos, construimos los puentes para la investigación científica, entre la cartera de Cultura, con el componente de la revolución cultural, a partir de las narrativas de la planta; también estamos en articulación con la ministra de Educación para que este componente sea parte de la pedagogía que se enseña en las instituciones educativas”, explicó Yesenia Olaya, ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Afirmó que “desestigmatizar las narrativas criminales alrededor de la hoja de coca es un desafío para el conocimiento científico” que implica reconstruir la memoria histórica de los pueblos, sus sentidos y sus identidades, alrededor de cómo esta planta ha constituido procesos de realización comunitarias y productivas.
“Cuando pensamos en trabajos novedosos o en la innovación en coca, no es más que devolvernos hacia lo que tradicionalmente se ha usado”, afirmó Dora Troyano, coordinadora del programa Alianza Coca Para la Paz, al resaltar la existencia de evidencias ancestrales y actuales del uso de la hoja como alimento, entre muchos.
Desestigmatizar las narrativas criminales alrededor de la hoja de coca es un desafío para el conocimiento científico.
Andrés González, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química y Alimentos de la Universidad de los Andes, advirtió que, precisamente, gracias a los conocimientos ancestrales se han identificado alrededor de 350 moléculas que muestran que los usos de la hoja de coca van más allá del recreativo, pero el prohibicionismo impide avanzar en el conocimiento científico.
“Es importante resaltarlo porque no estamos partiendo de cero desde el punto de vista científico”, manifestó el académico al señalar que para avanzar es preciso eliminar barreras como las normas, que impiden llevar la hoja de coca al laboratorio, la falta de equipos y apoyarse en la Inteligencia Artificial.
En opinión de González, desde la química se puede demostrar que la coca no es una mata que mata -al hacer referencia a un viejo comercial sobre la planta-, sino que beneficia, mejora y tiene un impacto positivo.
“Justamente, lo que nos pide la Organización Mundial de la Salud es evidencia sobre qué usos se le pueden dar a la hoja de coca, cómo podemos sostener que no es una sustancia peligrosa y, de esa manera, hablar de una reclasificación en las listas internacionales de fiscalización”, explicó Miranda.
“¿Qué pasa si le metemos ciencia y logramos hacer agroindustria? Si se puede hacer con cultivos tradicionales como el cacao o el café, por qué no hacerlo con la coca”, planteó.
Desde las comunidades
“Nosotros necesitamos seguir fortaleciendo una academia de investigación que trabaje de manera articulada con las comunidades”, dijo la ministra Olaya al resaltar la necesidad de encontrar otros usos, no solo para la hoja de coca sino para otros productos y, con esos insumos, potenciar la bioeconomía y transitar hacia economías productivas.
Necesitamos seguir fortaleciendo una academia de investigación que trabaje de manera articulada con las comunidades.
“Cuando uno relaciona la geografía de los territorios excluidos más afectados con los cultivos de uso ilícito con la geografía de la pobreza, encuentra un punto en común: son los mismos territorios, donde ha habido una ausencia significativa del Estado".
Por eso, dijo, el gobierno está comprometido con trabajar de manera articulada para potenciar o transformar todos los impedimentos normativos a fin de lograr dignificar las condiciones de vida de las poblaciones.
Hoja de coca se expondrá en la COP 16
El planteamiento de una nueva narrativa para despojar a la hoja de coca de la estigmatización que la relaciona con el narcotráfico será llevado a la COP16. Durante el conversatorio, los expertos plantearon que es posible mostrarla como parte de la biodiversidad y fuente de información biológica para optimizar el recurso.
“Es importante fortalecer el diálogo suramericano alrededor de la hoja de coca”, explicó Yesenia Olaya, ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación. “La COP 16 “será escenario para abrir un diálogo geopolítico en torno al tema”, dijo.
“Me parece importante contarle a la gente que la coca forma parte de la biodiversidad colombiana, aseguró Dora Troyano, coordinadora del programa Alianza Coca Para la Paz.
“Además de hablar de biodiversidad, creo que la coca, debe ser un agente que impulse la conservación a nivel de territorios, dijo Andrés González profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química y Alimentos de la Universidad de los Andes.
MÁS CONTENIDO*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO con el auspicio de del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación.