SEÑOR DIRECTOR:
En la última semana, Medellín ha sido testigo de una serie de casos alarmantes de explotación sexual, una problemática que afecta a menores y vulnera su dignidad. Estos eventos han generado indignación y preocupación en la ciudad y en toda Colombia.
El caso más reciente involucra a un ciudadano estadounidense, Timothy Livingston, quien fue descubierto en un hotel en compañía de dos menores de edad con aparentes intereses de explotación sexual. Detrás de esta problemática hay bandas organizadas que controlan este turismo depredador de sexo y drogas. Por lo que la lucha contra estas redes criminales y una mayor vigilancia son cruciales para erradicar este flagelo.
La explotación sexual de niñas, niños y adolescentes es una afrenta a la humanidad.
Como sociedad, debemos unirnos para combatir este flagelo y garantizar un futuro seguro para las generaciones venideras. La indignación debe convertirse en acción, y las autoridades, la comunidad y las organizaciones deben trabajar juntas para erradicar esta lacra de nuestras ciudades.
Darwin Schnaider
SEÑOR DIRECTOR:
Una nueva constituyente para Colombia, tal y como lo propuso el presidente Gustavo Petro, es inapropiada debido al tiempo que se requiere para este propósito. El resto del periodo de la istración se iría en promover la nueva constituyente, así que los proyectos en general no se podrían ejecutar en forma cabal.
Lo mejor sería que todos los integrantes de este gobierno, gremios, Congreso y la ciudadanía se dediquen a cumplir lo que ordena la Constitución vigente y, en consecuencia, que se respeten los fallos de las cortes.
En síntesis, durante el resto del mandato de Gustavo Petro no hay tiempo suficiente para la aprobación de una nueva constituyente.
Jorge Giraldo Acevedo
Fusagasugá, Cundinamarca
SEÑOR DIRECTOR:
El parque Lleras y el barrio El Poblado siempre han sido un lugar de encuentro y de diversión. Así los recordamos los que nacimos en ese espacio tan especial, donde no había drogas, licor, violencia sexual; es decir, nacimos y crecimos en un ambiente sano, donde nadie ni nada nos quitaba la paz, la alegría y la seguridad.
Allí quedaba la quebrada La Presidenta, donde cogíamos peces de colores, hacíamos sancochitos y pozos y nos bañábamos sin ningún peligro.
Ahora se estigmatiza ese el lugar que por muchos años ha sido uno de los vivideros más felices en Medellín. En los barrios Provenza y Guayabal no necesitábamos policía para vivir en paz. Ellos eran nuestros amigos, nos hacían recreación y nos daban alegría, sana seguridad para nuestros padres, familiares y la comunidad.
Qué tiempos aquellos, cuando los niños éramos respetados y amados, como los presentes y futuros de este hermoso país lo deben seguir siendo.
Señor Director, necesitamos que vuelva la paz a esos espacios donde crecimos y fuimos felices y nos formamos como personas de bien.
Jorge Trujillo Mejía