El asma es una enfermedad respiratoria crónica que inflama las vías que conducen el aire a los pulmones y genera dificultad para respirar, opresión en el pecho y tos crónica durante la noche y la madrugada.
Esta condición afecta al 12,5 por ciento de la población colombiana, es decir, alrededor de 6 millones de personas, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se registran 262 millones de casos de esta enfermedad en el mundo.
Los expertos reconocen tres tipos de asma, “leve, moderada y grave”, que se diferencian por su frecuencia y gravedad. Y se calcula que hasta el 10 por ciento de los pacientes asmáticos padecen asma grave, el estadio más avanzado y peligroso, ya que sus síntomas son más complejos, persistentes y difíciles de manejar.
Las señales de alarma incluyen dificultad para respirar cada vez más aguda, fuerte dolor en el pecho, tos seca con exceso de mucosidad, y sibilancias (silbidos agudos al inhalar y exhalar).
De hecho, se estima que la función pulmonar de alguien que vive con esta condición se encuentra por debajo del 60 por ciento, lo que impide en muchas ocasiones realizar actividades cotidianas.
Además, estos casos presentan cinco veces más probabilidades de sufrir episodios de crisis y un mayor riesgo de insuficiencia respiratoria, que ocurre cuando la sangre no tiene suficiente oxígeno. Ciertamente, de no ser tratada a tiempo y con terapias especializadas, esta condición podría poner en riesgo la vida.
El asma grave se puede desarrollar a cualquier edad, y las personas diagnosticadas usualmente ya contaban con una valoración de asma que evolucionó a una condición más aguda. Por esto es sumamente importante no dejar avanzar la enfermedad y realizar un seguimiento riguroso de los síntomas para identificar a tiempo cambios que requieran atención.
El asma grave es una enfermedad crónica y, por ende, no tiene una cura definitiva, pero, al igual que en el asma leve y moderada, es posible controlar sus síntomas a través de terapia farmacológica, que se usa para prevenir y mitigar los síntomas y así mejorar la calidad de vida de las personas y reducir la frecuencia e intensidad de las exacerbaciones.
De manera tradicional, la humanidad ha intentado curar la condición a través de elementos naturales como la cúrcuma, una raíz natural que proporciona alivio rápido para los síntomas del asma. No solo elimina la obstrucción de las vías respiratorias. También previene la flema y la congestión.
Asimismo, alimentos como el jengibre habrían probado ser un tratamiento natural prodigioso para muchas enfermedades y molestias. El té de jengibre tiene propiedades broncodilatadoras y ayuda a reducir la inflamación de las vías respiratorias.
No obstante, es fundamental señalar que la mejor manera de prevenir los ataques es seguir estrictamente el plan de tratamiento indicado por el médico.
Desde diciembre de 2021, el Ministerio de Salud incluyó terapias para controlar el asma grave en el Plan de Beneficios en Salud (PBS) con el objetivo de facilitar el a quienes las requieran a través del sistema de seguridad social.
Esto significa un enorme avance en la atención de esta condición en Colombia, pues hoy los médicos están mejor equipados y tienen muchas más herramientas para atender a los pacientes, lo cual puede mejorar su calidad de vida y reducir al máximo los riesgos de exacerbaciones.
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