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‘Soy el guardián de la cárcel La Modelo a quien casi queman vivo’
Videos muestran cómo su garita fue incendiada durante el motín en el que murieron 24 internos.
El país estaba aterrado ante los primeros efectos de la pandemia y el rumor de un motín en varias cárceles, con intentos de fuga; tenía en alerta al Gobierno.
Uno de ellos, de apenas 19 años, completaba cuatro meses en el Inpec y menos de 30 días en La Modelo.
Luego de estar hospitalizado, rindió declaración ante la Fiscalía que, junto con la Procuraduría, investigan las muertes de los internos, calificadas por Human Rights Watch como presuntamente intencionales (ver recuadro). Ese guardián accedió a narrarle a EL TIEMPO su versión.
“Desde hacía una semana varios internos decían que se venía algo grande. La noche anterior nos reunió un cuadro de mando y dijo que tuviéramos cuidado; que si sonaban las sirenas, los que estaban disponibles en el alojamiento debían salir a apoyar”, recuerda el joven, quien pidió la reserva de su nombre por razones de seguridad.
En videos se registró cómo los internos ripieron paredes para salir. Foto:EL TIEMPO
Internos venían protestando por los decesos que la pandemia estaba causando en las cárceles y cuestionaban las medidas de bioseguridad del Gobierno.
“Yo ya había prestado turno de 7 y media de la mañana a 12 del día, y a las 6 de la tarde entré otra vez. Me tocó la garita 9. Subí los 8 metros por las escaleras de acero, con un fusil Galil 5.56, y entré al habitáculo, de metro y medio por metro y medio, en donde solo hay una silla y un baño. Una de las ventanas daba a la calle y otra, a los patios cuarto y quinto, los más delicados”, dice el guardián, de 1,80 metros de estatura.
Según él, ya se notaba la tensión. Había mucho movimiento de internos y todos estaban en alerta. Tipo 8 de la noche empezaron a gritar y a pegarles a las rejas con ollas y platos diciendo, “libertad, libertad, libertad”.
La Fiscalía y la Procuraduría analizan videos en los que quedó registrado lo sucedido en La Modelo. Foto:EL TIEMPO
Disparos y tinieblas
“Me tercié el fusil y me paré, para hacer acto de presencia. Luego escuché a un cabo, de apellido Quintero, decirme que estaban comenzando a romper paredes. No sé con qué, pero cuando los internos se iban a empezar a tirar, les hice unos disparos al piso, a manera de advertencia para que mi cabo y los auxiliares que estaban abajo se alcanzaran a ir”, explica.
Según el guardián, si bien tienen orden de no disparar, si los alcanzaban, los podían haber secuestrado, herido e incluso matado.
“Sus vidas estaban en peligro y les di tiempo para que salieran. Pero fue imposible seguir reteniendo a los internos. Empezaron a subirse a la planta de electricidad y lograron quitar la luz de la cárcel. Luego tumbaron la guayana (reja) de la garita y me decían ‘perro h. p., usted es de los azules, lo vamos a matar’. Me decían que bajara, que entregara el armamento o me mataban. Confieso que sentí miedo. Entonces, abrí la tapa de la garita y empecé a disparar hacia la escalera para que no subieran”.
El guardián ite que al menos un interno pidió que no lo atacaran. Pero las cosas empeoraron: todo quedó grabado en videos.
El Ministerio de Justicia, el Inpec y la Uspec, ya están trabajando para arreglar las instalaciones afectadas en La Modelo y en otros establecimientos de reclusión del país que se vieron afectados. Foto:Twitter: @MinjusticiaCo
“Uno dijo que me dejaran quieto, que yo no les estaba disparando y ahí fue cuando encendieron una fogata y quemaron al pastor alemán, un perro oficial. Le metieron colchonetas a la candela y me empecé a quemar”, recuerda, mientras muestra cómo quedaron su cara y manos.
“Me dolía respirar, saltaba del dolor y no tenía radio para comunicarme. Le gritaba a los comandos operativos que me ayudaran, que me iban a matar. Pero nadie podía hacer nada. Además, les echaron barro a las ventanas para que no pudiera ver. Me empecé a quemar la cara, las orejas, las manos, los labios… Estoy vivo gracias a Dios”, afirma.
Cuando empezó a sentir que la piel se le desprendía y a sentir su propio olor, mientras se quemaba, dice que pensó: “Yo no soy malo, no merezco morir así”.
Y ite que disparó de nuevo: “Solo tenía vista para disparar hacia el piso. No tuve posibilidades de decir que yo le disparé a un interno, no. No tenía el ángulo para acomodar el fusil. Pero me estaba quemando. Estaba en el infierno. De la desesperación, me quité el labio superior (ya quemado) y sentía que se me caía la piel de las manos. Fue un momento de mucha adrenalina. Solo quería salir de ahí”.
Asegura que una horda de reclusos intentó subir de nuevo a la garita y, al oír los disparos, volvieron a prender fuego: “Me intentaron quemar vivo dos veces”.
En ese momento, dice, un dragoneante lanzó dos granadas triple-chasis (de gas), para dispersarlos. Mientras tanto, él le empezó a pegar con el fusil a una ventana.
“Me quité el uniforme para salir e intenté sacar el fusil para defenderme, pero ya no me daban los dedos, porque estaban en carne viva”, recuerda.
Abajo, varios guardianes le gritaban que se botara y tomó la decisión cuando los internos intentaron tumbarlo a piedra: “Nunca pensé en suicidarme, a pesar de las circunstancias. Varios compañeros me esperaban abajo y todos caímos al piso. Me puse a llorar y me llevaron de inmediato al hospital”.
¿Defensa propia?
Aunque no requirió de cirugía plástica, estuvo dos semanas recluido y allá supo lo de los muertos y heridos.
“Yo creo que fue en defensa propia de nosotros. Como decía un dragoneante, ellos están allí por diferentes delitos. Buscaban escaparse, no les importaba matar o herir. Nosotros estábamos salvaguardando nuestra seguridad, nuestras vidas. ¿Qué hubiera pasado si a mí me hubieran quemado vivo? A mi compañero casi lo matan y de tantos internos que había ¿a quién le van a echar la culpa?”, dice cuando se le pregunta por el saldo trágico de esa noche.
La Procuraduría ya abrió un expediente y la Fiscalía avanza en el suyo. Y el Inpec dice que está colaborando con las investigaciones.
¿En qué va la investigación por muertes?
La Fiscalía ya ha escuchado testimonios sobre lo sucedido en el motín de La Modelo; y la Procuraduría ya abrió investigación contra Carlos Augusto Hincapié Franco y el mayor Jorge Gama Doza, director y subdirector de la cárcel para la época de los hechos.
Y se vinculó a Elizabeth Vergara, comandante de custodia y vigilancia los días del motín. Para la Procuraduría, es claro que se pudieron haber tomado medidas, porque se sabía que algo se gestaba. Y ahora se evalúa el concepto de Human Rights Watch según el cual los disparos que recibieron varios reos tuvieron la intención de matar y no de herir.