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Noticia
Manuel Elkin Patarroyo, los aportes a la ciencia del padre de las vacunas sintéticas
Fue reconocido por su contribución en la creación de una vacuna sintética contra la malaria.
“Es cerrar un ciclo en armonía con las leyes del universo. Todo empezó con el ‘Big Bang’ y en algún momento terminará. Los humanos no podemos excluirnos de ese precepto. El temor a la muerte es entendible porque es la incertidumbre de desaparecer. Y más, de desaparecer de la memoria”, así definió el doctor Manuel Elkin Patarroyola muerte en una entrevista con EL TIEMPO en el 2019.
En aquel momento el científico colombiano, reconocido como el padre de las vacunas sintéticas, acababa de vivir una complicada situación de salud que lo hizo pasar siete días en la unidad de cuidados intensivos de la Fundación Santafé. Unas palabras que cobran de nuevo relevancia al confirmarse por parte de la familia del patólogo e inmunólogo su muerte a los 78 años de edad este 9 de enero del 2024.
Nacido el 3 de noviembre de 1946 en Ataco, Tolima, el trabajo del doctor Patarroyo fue reconocido principalmente por su contribución en la creación de una vacuna sintética contra la malaria. De hecho, su logro más notable fue el desarrollo por parte de su equipo de la vacuna SPf66 entre 1986 y 1988. Se trataba de un antídoto que simula una parte del parásito causante de la enfermedad y provoca la creación de los anticuerpos que bloquean el ataque a los glóbulos rojos de la sangre, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que la vacuna no era eficaz tras evaluaciones clínicas posteriores.
En 1990, Patarroyo fue galardonado por la Academia Nobel de Suecia con el Premio a la Excelencia en la investigación latinoamericana. El 30 de octubre de 1991 fue elegido académico correspondiente extranjero de la Real de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, institución en la que ingresó el 3 de diciembre de ese año con el discurso "La vacuna de la malaria: Ciencia, Economía y Política", en el que explicaba las investigaciones que le condujeron a sintetizar químicamente la primera vacuna contra esta enfermedad.
Patarroyo falleció este jueves a sus 78 años. Foto:Unimedios
El 5 de noviembre de 1991 presentó en Bogotá un método para detectar la presencia de la tuberculosis en un período de 24 horas. Posteriormente trabajó también en investigaciones relacionadas con el Sida y la lepra.
Era partidario de la universalización de la ciencia para impedir que sus logros sean monopolizados por los grandes grupos económicos, por lo que en 1993 Patarroyo rechazó una oferta de 60 millones de dólares de un laboratorio bioquímico y el 12 de mayo de 1993 cedió los derechos de explotación de la vacuna de la malaria a la OMS.
Fue finalista al Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1993, galardón que le fue concedido por unanimidad en la siguiente edición, el 20 de mayo de 1994, por la importancia de su aportación "en la programación, desarrollo y experimentación de campo de una vacuna sintética contra la malaria".
El 28 de octubre de octubre de 1994 presentó oficialmente la vacuna SPF66, capaz de combatir una de las formas más virulentas de la malaria o paludismo con una eficacia de entre un 40 y un 66 por ciento en los adultos y de un 77 por ciento en niños menores de cinco años. Y tres días después, el 31 de octubre de 1994, recibió en Alemania el Premio Robert-Koch.
Posteriormente, Patarroyo continuó con sus investigaciones en el Instituto de Inmunulogía de Colombia. Investigaciones que estuvieron orientadas fundamentalmente a la mejora de la vacuna contra la malaria a fin de aumentar su eficacia y reducir la forma de istración a una sóla dosis- y también al desarrollo de un método para producir vacunas sintéticas contra otras enfermedades como la tuberculosis, la leishmaniasis o la hepatitis C.
Adicionalmente, formó parte de las dos Misiones de Sabios que se han convocado en Colombia, primero en 1993 y luego en el 2019, dos iniciativas que reunieron en ambos momentos a un selecto grupo de personalidades destacadas para trazar la que debería ser la hoja del ruta del país para garantizar su desarrollo basado en la ciencia.