Más allá de las especulaciones y los titulares de prensa, el episodio protagonizado por las reinas Sofía y Letizia de España hace unas semanas pone de presente, una vez más, la relación entre nueras y suegras, una de las más complejas y comentadas de todos los tiempos.
Las imágenes que muestran la mirada de desconcierto de la reina Sofía, las palabras de Letizia a espaldas de los fotógrafos y la pronta y afanada intervención del rey Felipe han dado la vuelta al mundo, obviamente por tratarse de una de las familias más famosas de la realeza.
Pero, en realidad, la escena hubiera podido pasar en la sala o el comedor de cualquier casa de Colombia o de otro país frente a una situación en la que estuvieran en desacuerdo nuera y suegra. Y esa situación podría ser el gasto del dinero, la educación de los hijos, la comida de Navidad, el lugar para ir de vacaciones, el bautizo del niño...
Un estudio de la Universidad de Cambridge ratifica que seis de cada 10 relaciones entre suegras y nueras (o nueras y suegras si así lo prefiere) son calificadas como tensas, en tanto que las demás, inclusive las más fluidas, son consideradas por los expertos apenas amistosas.
En general, la relación nuera-suegra puede definirse como una variante más de los vínculos entre mujeres que suelen estar mediados por una tensión y competencia que no se percibe entre personas de sexos diferentes. En síntesis, se trata de dos mujeres que no son familia ni amigas y se ven forzadas a relacionarse por causa de un tercero (hijo o esposo) que, además, es el objeto de sus afectos.
Factores de discordia
Agrega el estudio, publicado por The Telegraph, que la principal novedad en torno a esta relación la representa el hecho de que ahora, a diferencia de años anteriores, en vez de disputarse el afecto de su hijo o esposo, lo que está en juego es la influencia y el poder que cada una de ellas pueda ejercer sobre él.
“Cuando un hombre no tiene claro el rol que ocupa su esposa y el que ocupa su mamá, y se hace cargo de las dos, eso genera muchas complicaciones porque satisfacerlas a ambas en la misma proporción no es fácil, sobre todo si para él no está claro cuál es su prioridad”, explica la psicóloga Viviana Restrepo.
Cuando un hombre no tiene claro el rol que ocupa su esposa y el que ocupa su mamá, y se hace cargo de las dos, eso genera muchas complicaciones
Agrega que aunque en cada pareja y en cada familia hay un caso, en general siempre va a estar mediado por la actitud que asuma el hijo o esposo. “Depende de qué tanto él permita que su mamá siga teniendo un papel tan significativo en su vida afectiva o, por el contrario, que establezca límites con ella”, señala.
Esta situación afecta, obviamente, la relación de pareja porque si la esposa siente que no le dan un lugar de importancia, lo que va a hacer es reclamarlo, impactando negativamente la dinámica de los esposos.
La especialista recomienda a los hombres que estén pasando por esta situación decidir si primero está su mamá y si a ella deben darle prioridad, o si primero está su esposa y es en ella en la que se deben enfocar. “Si bien es muy importante atender a los padres y a las madres, es imprescindible tener claro al conformar una nueva familia que ese debe ser el objetivo central y que las decisiones deben partir del bienestar de la nueva relación porque allí es donde se va a construir el proyecto propio”, indica.
Suegra es suegra y las nueras, también
Para María Elena López, psicóloga de familia, los nuevos roles de las mujeres de diversas edades (suegras y nueras) en la sociedad actual le dan nuevas aristas y variaciones a la siempre difícil relación entre ellas.
“Por un lado, las suegras, que son cada vez más jóvenes, trabajan, tienen conocimiento de la pareja, de la familia, del desarrollo de los niños, están al cuidado de los nietos, y como resultado de esta nueva tendencia tienen roles más activos, que implican un mayor aporte a la dinámica de la pareja, pero que también puede convertirse en una intervención que afecta el funcionamiento de esta”, explica la experta.
Además, señala, las nueras son cada vez más autónomas, independientes, menos sujetas a las figuras de autoridad (incluyendo las suegras), establecen relaciones entre sí menos verticales, más de iguales, más abiertas y basadas en la confianza y no en el parentesco. “Esto puede resultar muy positivo, amable y gratificante, pero también genera desacuerdos y divergencias que pueden convertirse en conflicto”, agrega López.
Al respecto, llama la atención el hecho de que, según el citado estudio inglés, muchas suegras (incluso algunas que siguen activas laboralmente) vean tantas dificultades en la combinación de roles entre madre, esposa y profesional que hacen las mujeres de hoy en día, cuando se trata de aquella que comparte la vida con su hijo y es la madre de sus nietos.
Causas de conflicto
María Elena López menciona las siguientes como las principales causas de dificultad entre unas y otras:
-Una intromisión que vulnere la independencia de la pareja.
-Interferir en la crianza de los hijos, queriendo imponer sus propios modelos o desvirtuando pautas que sigan los padres (hijo y nuera).
-Tener participación en asuntos financieros.
-Mantener una relación de dependencia con el hijo.
-No ser objetiva en los errores o dificultades del hijo que afecten la pareja.
-Muchas veces, las nueras o las suegras no se sienten suficientemente valoradas.
Consejos para superar las diferencia
-Poner en cuestión los prejuicios que se manejan acerca de la figura de la nuera y de la suegra y las relaciones entre ellas.
-Reconocer el lugar de cada una en las relaciones familiares. Una es la mamá del hijo y la otra, esposa.
-No cazar peleas inútiles. Esta es una relación importante que puede ser muy proactiva o volverse negativa, dependiendo de si se maneja o no con inteligencia.
-Evitar imponer de manera abierta o velada un modelo, una manera de hacer las cosas o un enfoque particular.
-Identificar, reconocer y respetar los límites.
-Mantener el respeto y consideración mutua.
-Moderar las expectativas de ser las mejores amigas.
TATIANA MUNÉVAR