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La labor de rescate de Milo y Arón, perros colombianos en Turquía
Sin importar las condiciones climáticas, el trabajo dio esperanzas a las familias afectadas.
Esta semana regresaron al país dos de los binomios (perro de rescate y guía canino), parte del equipo Usar Colombia-1 de la Cruz Roja Colombiana seccional Cundinamarca y Bogotá, que participaron en las labores de búsqueda y rescate luego del terremoto de Turquía y Siria de principios del mes de febrero.
En total, Colombia desplegó 20 profesionales de búsqueda, entre del Cuerpo de Bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja Colombiana y Ejército.
Luego de nueve días de labores en la provincia de Hatay, en Turquía, de los cuales seis fueron directamente en terreno, tanto canes como socorristas fueron recibidos como verdaderos héroes, los cuales representaron al país e hicieron parte de equipos de diferentes países como Holanda, México, Filipinas y el Cuerpo de Bomberos de Turquía para el desarrollo de las actividades de búsqueda de sobrevivientes y cadáveres luego del siniestro.
Milo y Édgar Rodríguez
Édgar Rodríguez es voluntario de la Cruz Roja Bogotá desde hace 36 años. Actualmente forma binomio con Milo, un labrador chocolate de siete años que está especializado en la búsqueda de personas con vida.
En la primera misión internacional de Milo, tanto el can como el guía percibieron la fragilidad del ser humano ante la fuerza de la naturaleza: "Hatay quedó casi que completamente destruida –menciona Édgar–, pero lo más gratificante fue aportar un grano de arena para reducir el dolor de las personas que, angustiosamente, estaban en búsqueda de sus familiares, y poder darles la esperanza de que estábamos haciendo el esfuerzo para encontrarlos", continuó.
Entre los momentos más impactantes y gratificantes, Édgar menciona el rescate de gatos atrapados bajo los escombros, que fueron chequeados por el médico veterinario y posteriormente adoptados por el personal de la embajada de Colombia en Turquía. Adicionalmente, recuerda que en una oportunidad "una de las personas que habían sido rescatadas se cruzó con Milo en una de las esquinas de Hatay, se acercó al animal, lo abrazó y le puso una bandera de Turquía en el chaleco al perro como forma de agradecimiento".
De los momentos que recuerda con más emoción está el de llegar a los diferentes aeropuertos o subirse a algún avión y recibir aplausos de los viajeros, la tripulación y las personas que se encontraban alrededor.
Aarón, un pastor Chodský Pes de Bohemia. Foto:Cruz Roja Colombiana
Aarón y Uriel Durán
Aarón es un perro pastor Chodský Pes de Bohemia o pastor bohemio de 8 años que, en compañía de Uriel Durán, su guía canino, ha tenido la oportunidad de participar en diferentes labores de rescate nacionales como, por ejemplo, remoción en masa en el municipio de Viotá o rescate de personas en Sesquilé y Cajicá, y en esta, su primera labor internacional.
La jornada de los rescatistas se iniciaba entre 4:30 y 5 de la mañana, en medio del frío invernal que hace por esta época en Turquía, y, posteriormente procedían a asearse.
"No había ni agua ni duchas y nos tocaba hacernos la limpieza con pañitos húmedos", recuerda Uriel. Posteriormente vestían su overol y acudían a los guacales en donde dormían los canes, los cuales se encontraban dentro de la misma carpa en la que dormían los equipos, para poderlos sacar a que hicieran sus necesidades a un lugar cercano".
Cuenta Uriel: “Luego recibíamos nuestra ración de campaña (desayuno, almuerzo y cena), y nos reuníamos con el líder del equipo para recibir las indicaciones de la zona que se iba a intervenir. Luego organizábamos el equipo correspondiente, los elementos de protección personal y esperábamos el vehículo que nos llevaría a la zona”.
Milo, un labrador chocolate. Foto:Cruz Roja Colombiana
Al llegar al terreno, los habitantes les indicaban si ya había hecho presencia algún equipo y, en caso contrario, procedían a hacer un barrido estructura por estructura. “En algunas oportunidades se nos acercaban habitantes para llevarnos a zonas que estaban sin intervenir”, menciona Uriel.
Las jornadas eran extensas, ya que el regreso a los campamentos base se hacía, aproximadamente, a las nueve o diez de la noche. Según cuenta Uriel, "allí revisábamos a nuestros perros para verificar que no les hubiera sucedido nada y los limpiábamos. Luego nos desinfectábamos y pasábamos a nuestras carpas”. En algunas noches, según cuenta el rescatista, se reunían con otros integrantes del equipo en torno a una fogata para compartir experiencias, mitigar el frío y liberar el estrés de la jornada.
Entre las actividades más gratificantes que recuerda Uriel con su perro Aarón, está la de recibir el cariño y la alegría de los niños que se encontraban en una carpa guardería: “En esa carpa había aproximadamente cincuenta niños y niñas de entre 2 y 8 años, los cuales, al ver al perro, dejaron sus actividades para compartir e ir a acariciar a Aarón. Fue un momento muy bonito porque, aparte de la labor de rescate, Aarón también sirvió de acompañamiento psicosocial para los niños”.
A pesar de lo duro de ver los rostros de tristeza, rabia, impotencia e incertidumbre de los habitantes de Hatay, en Turquía, los rescatistas colombianos de la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá cumplieron no solo una labor de ayuda y de aportar una semilla de esperanza para los pobladores, sino que también sirvieron para alegrar los días de los niños damnificados e incluso servir de apoyo terapéutico a otros de los equipos de socorro ante el estrés del día a día.