Las últimas jornadas de
protestas ciudadanas que se han dado en varias ciudades de Colombia han dejado diferentes afectados, entre ellos muchos animales, como perros, gatos, aves silvestres e, incluso, equinos (que en ocasiones y de manera errónea son empleados como mecanismo de represión de las manifestaciones).
Si bien en el país la protesta social es legítima, es importante alejar los animales del conflicto para evitar que también se conviertan en víctimas de la confrontación: ellos no entienden lo que está sucediendo, son ajenos a cualquier tipo de manifestación y se pueden ver seriamente afectados por la multitud y los gases, entre otros.
¿Cómo se pueden ver afectados?
Los animales, en general, tienen los sentidos más desarrollados (olfato, visión, audición y percepción del entorno) que el ser humano; por ello se afectan con facilidad al observar multitudes de personas, sentir la vibración del suelo, ver los destellos, escuchar el impacto de las explosiones o sentir los efectos de los gases lacrimógenos y de la combustión de diversos elementos.
Como resultado de ello, su sistema nervioso se ve estimulado exageradamente produciendo señales de estrés, angustia y ansiedad evidentes: aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, parálisis muscular, impulsos de huida, entre otros. Al intentar alejarse del lugar, se pueden presentar pérdidas, accidentes con vehículos, accidentes con ventanas, heridas con elementos, abandono de nidos y paros cardiorrespiratorios.
En el caso de los caballos, que son empleados como método disuasivo, estos se ven directamente inmersos en el conflicto y pueden llegar a ser víctimas de golpes con objetos, quemaduras, caídas y lesiones osteomusculares.
El efecto de los gases
Durante las marchas o protestas se usan y se pueden generar diferentes tipos de gases como dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre o monóxido de carbono (todos ellos por combustión) o gas pimienta y o-clorobencilideno malononitrilo (gas lacrimógeno), que pueden ser inhalados o absorbidos a través de la piel o las mucosas.
Los animales pueden verse afectados por estos gases de la misma forma como los seres humanos lo hacen. Ellos pueden presentar lagrimeo excesivo y constante, ardor y dolor en los ojos, la nariz o la boca, irritación del tracto respiratorio con estornudos, tos, jadeo y dificultad respiratoria, convulsiones, debilidad general, vómito y náusea, y en casos graves, episodios de apnea, paro respiratorio, desmayos o coma terminal.
¿Qué hacer?
La medida más efectiva y básica es no involucrar a los animales dentro del conflicto: evitar llevar a nuestros animales de compañía a las marchas, prestar atención a los animales en condición de calle para alejarlos del área, evitar el uso de los equinos y tampoco descuidar las aves silvestres de los alrededores.
En caso de observar un animal herido, asustado, estresado, desorientado o afectado de alguna forma, lo mejor es llevarlo a un lugar calmado y lejos de la zona de conflicto para garantizar su tranquilidad.
Los animales, por encontrarse en una situación de estrés o angustia, pueden tornarse agresivos, por lo cual las respuestas instintivas pueden ser huida o agresividad.
Haga uso de toallas húmedas o agua y jabón para ayudar a limpiar los ojos, la nariz, la boca o la piel del animal afectado.
Para lesiones en la piel se puede usar una toalla impregnada con aceite de canola e inmediatamente utilizar otra toalla con alcohol isopropílico. Hay que tener cuidado con el alcohol en zonas como los ojos, la nariz, la boca o las mucosas.
No debe emplearse agua caliente para lavar la piel: el agua caliente abre los poros y puede empeorar la situación.
Servir de hogar de paso para los animales en condición de calle, fauna silvestre o que se hayan extraviado mientras se logra ubicar a su propietario o mientras la emergencia continúe. Afortunadamente, durante los sucesos presentados en Bogotá en las últimas semanas, muchas personas y fundaciones se hicieron cargo de los perros y los gatos que se encontraban en las cercanías de los CAI.
Si el animal está seriamente afectado, presenta heridas o alguno de los síntomas de gravedad mencionados anteriormente, lo ideal es llevarlo cuanto antes para que pueda recibir atención veterinaria de emergencia.
GABRIEL GARCÍA
Para EL TIEMPO