Gran parte del país está atravesando por una fuerte temporada de lluvias. Esto hace que las enfermedades respiratorias en los animales de compañía se disparen.
Sin embargo, a pesar de lo que muchas personas pueden creer, la fiebre no solo puede ser debido a una infección respiratoria, sino que su origen puede deberse a múltiples problemas.
Temperatura corporal normal
Antes de hablar sobre la fiebre en específico, es necesario saber cuál es la temperatura corporal normal de un perro.
En los perros adultos y sanos, la temperatura puede estar entre los 38 y 39 grados centígrados, pasado este límite, se puede concluir que el perro tiene fiebre. También, Los animales adultos mayores, las hembras gestantes y los cachorros, pueden tener temperaturas corporales más elevadas (uno o dos grados por encima del promedio normal para un perro adulto).
Para los perros que han realizado actividad física reciente, pueden tener temperaturas elevadas normales que descienden al poco tiempo de descanso.
Independientemente de lo anterior, se considera como una emergencia veterinaria cuando la temperatura corporal de un perro sobrepasa los 41 grados centígrados. Es ahí cuando se debe consultar al médico veterinario con urgencia.
¿Cómo detectarla?
La principal herramienta que se debe tener a la mano es un termómetro digital o de mercurio. Es importante mencionar que el único lugar indicado y efectivo para establecer la temperatura es por vía rectal, lo cual puede no ser muy cómodo para ellos.
Debido a esto, se recomienda emplear un lubricante en gel o vaselina y, además, no introducir el termómetro más de 2-3 centímetros.
Además de estas indicaciones, para ser más acertado en el diagnóstico, es necesario observar al perro en general ya que muchas veces la fiebre puede enviar señales de alarma en otros órganos o sistemas del cuerpo.
Por lo general un perro con fiebre puede tener: malestar general; nariz seca, caliente y quebradiza; decaimiento manifestado en pérdida del apetito e inactividad; y se puede ver que el perro duerme más de lo normal y prefiere los lugares fríos como pisos, baldosas, etc.
Otros síntomas y señales son las vocalizaciones (ladridos o aullidos), vómito y/o diarrea, secreciones nasales, el aumento en el consumo de agua, inquietud y finalmente temblores musculares en casos graves.
Causas
Como se mencionó anteriormente, la fiebre puede deberse a múltiples causas. La manifestación del aumento temporal de la temperatura es el mecanismo por el cual el organismo del perro, en especial el sistema inmune, trata de defenderse de una posible agresión de un cuerpo extraño, una bacteria, un parásito, entre otros.
Por lo que la fiebre no es una enfermedad sino un síntoma o signo.
Las principales causas de fiebre en los perros pueden ser:
- Infecciones en cualquier órgano o sistema debido a bacterias, virus, parásitos u hongos.
- Inflamación de algún órgano o parte del cuerpo del animal.
- Reacciones a la aplicación de vacunas o algunos medicamentos.
- Intoxicaciones o envenenamientos.
- Exposición prolongada al sol.
- Golpe de calor: Se observa cuando de manera repentina, y sin ningún motivo aparente, la temperatura del perro aumenta. Se puede dar por causas medioambientales o cuando los animales son confinados en guacales, carros u otros lugares sin una adecuada ventilación.
¿Cómo tratarla?
La recomendación más importante es no automedicar a los perros. Recuerde que existen muchos medicamentos de uso humano que son tóxicos para ellos, incluso en pequeñas dosis, como el acetaminofén, el ibuprofeno o la aspirina.
Además, es necesario determinar la causa de la fiebre para que el tratamiento sea completamente efectivo.
En casa se pueden hacer unos cuidados iniciales de la fiebre en perros como:
- Mantener al perro hidratado: El perro necesitará agua abundante para mantener equilibrada su temperatura corporal y recuperar líquidos perdidos por la fiebre, el jadeo o el sudor.
Lo ideal es que consuma agua, a temperatura ambiente, a voluntad. En caso tal de que el animal no ingiera suficiente agua, se pueden istrar pequeñas cantidades de agua con especial cuidado y con la ayuda de una jeringa sin aguja, directamente en la boca.
- Alimentación adecuada: El organismo del animal necesitará estar bien nutrido para hacer frente al agresor que esté causando la fiebre. Prefiera siempre alimentos que llamen la atención como caldos o carnes cocidas (sin sal o condimentos), alimentos húmedos o alimentos concentrado humedecido con agua.
- Mantener fresco al animal: Con la ayuda de toallas, paños, u otros elementos humedecidos con agua. Estos se aplican en el abdomen, la cabeza, las axilas, la ingle o las huellas de las patas (pulpejos) del animal para ayudar a mantenerlo fresco y tratar de reducir la temperatura.
- Lugares bien ventilados: Para ayudar a que el perro, gracias a las corrientes de aire, regule la temperatura corporal. Si existen sospechas de alguna enfermedad respiratoria, no es recomendable exponer al animal a corrientes de aire frio para evitar agravamiento de su condición.
Se requiere hacer un seguimiento cada 15 a 20 minutos de la temperatura corporal. Si no se observa mejoría o los signos se agravan, es necesario acudir al veterinario de inmediato.
GABRIEL GARCÍA PARA EL TIEMPO
Médico veterinario
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