Hasta finales de marzo de este año, Mercedes D’Alessandro se desempeñó como directora de Economía, Género e Igualdad del Ministerio de Economía de Argentina. Su trabajo fue la base para que ese país comenzara a pensar la economía desde y con las mujeres.
Sus dos libros Economía feminista: cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour) y Economía feminista: las mujeres, el trabajo y el amor plantean los problemas que viven las mujeres a nivel mundial en el mercado laboral.
La feminización de la política, la crisis de los cuidados, las brechas salariales, e informalidad, y los techos de cristal son los temas que esta economista analiza y estudia para entender la raíz estructural del problema y así proponer soluciones.
¿Por qué las mujeres son más pobres que los hombres en Latinoamérica y en el mundo entero, situación que se conoce como la feminización de la pobreza?
Una de las grandes fuentes de desigualdad es que las mujeres realizan más tareas domésticas y de cuidados no remunerados en los hogares que los varones. Es decir, las mujeres se encargan de niños, personas adultas mayores, con discapacidad, de las compras, de cocinar, limpiar, lavar, cuidar, etcétera. Y todo eso, que si bien no tiene un pago, les lleva mucho tiempo. Y ese tiempo tiene un costo para las mujeres en términos de sus posibilidades de educarse, trabajar, desarrollarse en sus empleos. Desde la economía feminista, se dice que esa distribución asimétrica de los cuidados es una de las grandes fuentes de desigualdad.
Una de las grandes fuentes de desigualdad es que las mujeres realizan más tareas domésticas y de cuidados no remunerados en los hogares que los varones
¿Cómo la pandemia terminó afectando aún más la feminización de la pobreza?
En la gran mayoría de los países, una de las medidas de cuidado por la pandemia fue cerrar escuelas, guarderías, kínder, espacios de cuidados, entre otros, que eran un gran vector de contagio. También se suspendieron servicios de transporte, las oficinas se trasladaron a los hogares y eso hizo que los niños y adultos permanecieran en las casas, y que los servicios de cuidado se interrumpieran. Eso significó un tiempo extra de trabajo para las mujeres, porque nosotras somos las que usualmente cumplimos con esas tareas. En ese sentido, el tiempo para el trabajo remunerado se redujo por las tareas del hogar. Lo que se vio en la pandemia es que las mujeres perdieron muchísimos puestos de empleo. En Colombia fueron un 1’800.000, mientras que los varones fueron un millón. En Argentina son cifras similares. La pandemia implicó un retroceso muy grande en la participación económica de las mujeres en casi todos los países. De hecho, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que de los cuatro millones y medio de puestos de trabajo que se perdieron y que todavía no se recuperaron, cuatro millones son de mujeres. Es decir, esta crisis de los cuidados significó un retroceso muy fuerte en el mercado laboral para las mujeres.
¿Por qué antes de la pandemia el debate sobre los cuidados era casi invisible y ausente del debate público y político?
La crisis de los cuidados existe antes de la pandemia, lo que hizo esta fue recrudecerla. Hace mucho tiempo que las economistas feministas venimos alertando de que las mujeres no podemos insertarnos en el mundo laboral al mismo nivel que los varones porque tenemos poca oferta de cuidados. Con el recrudecimiento de los cuidados, producto del confinamiento, se identificaron una cantidad de tareas cotidianas que se hacen en la casa y de las que no había conciencia. Fue como si la sociedad se diera cuenta de que los cuidados es un tema que existe y está ahí. Aunque hubo un despertar, por decirlo así, y se tomó nota de lo que significan los cuidados, todavía no tenemos una respuesta articulada e integral para cambiar o mejorar la situación. En ese sentido, los Estados y las sociedades siguen estando en deuda con las mujeres que cargan mayoritariamente con estas tareas. La pandemia nos hizo entender mejor el problema, pero no ha implicado una solución completa.
¿Cuáles son esos retos puntuales en relación con el reconocimiento a nivel gubernamental y social de la economía del cuidado?
Creo que hay cambios políticos que son muy alentadores, como lo que está viviendo Colombia con el nuevo gobierno, que tiene una agenda feminista y de los cuidados. Algo similar sucedió en Chile. En Argentina hemos avanzado mucho en políticas de cuidados. No lo que nos gustaría. Incluso en naciones en donde las licencias de maternidad no existen, como Estados Unidos, la pandemia y el recrudecimiento de los cuidados generó más compresión sobre el tema y una alerta para seguir trabajando por su reconocimiento. En conclusión, siento que hay un entendimiento de que necesitamos resolver esto para que las mujeres puedan seguir participando del mundo laboral. Las políticas de género les hacen bien a las economías, estas no son solo para las mujeres.
Creo que hay cambios políticos que son muy alentadores, como lo que está viviendo Colombia con el nuevo gobierno, que tiene una agenda feminista y de los cuidados
¿En qué sentido las políticas de género contribuyen a la economía de los países en general?
Lo que hemos visto es que la pobreza se recrudeció por la pandemia y eso se traduce en desigualdad para el a la vivienda, al agua, a la tecnología, a la infraestructura, entre otros. Cuando cerramos brechas, mejoramos el de las mujeres a lo que mencioné y estaríamos generando que en los hogares haya más ingresos y empleo. Esto significa también que va a haber hogares con mejores condiciones y calidad de vida, adolescentes que van a poder ir a la escuela y soñar con su futuro, niños y niñas que no van a pasar hambre. Las mujeres son las más pobres. Eso lo sabemos, pero cuando vemos el núcleo de las más pobres, encontramos que son madres, y madres solteras a cargo de un hogar. Todas las herramientas que pongamos a disposición de esos hogares para fortalecer su calidad de vida, mejorar su a la educación, al trabajo y a las tecnologías, cerrar brechas digitales y demás, implica mejorar indicadores de pobreza, laborales, educativos...
Ahora mencionaba lo que vive Colombia con el cambio de gobierno y las agendas feministas que traen Gustavo Petro y Francia Márquez. Puntualmente, la Vicepresidenta fue una trabajadora doméstica, ¿cómo puede aportar ella a que los cuidados sean reconocidos?
Las experiencias de las mujeres en la política transforman muchísimo las instituciones de gobierno. Una diputada argentina decía: “Cuando una mujer entra a la política le cambia la vida, cuando muchas mujeres entran a la política, transforman la política”. Francia Márquez no llega sola a un cargo, sino que entra con un movimiento feminista muy fuerte que quiere verse representado no solamente en bancadas de congresistas, concejalas, en los núcleos de debate, en ministerios, en el gabinete, sino que exige la transversalización de la mirada de género en programas y políticas. No quieren una representación exclusiva en un Ministerio de las Mujeres o de la Igualdad, sino a lo largo y ancho de todo el Gobierno. Eso creo que es lo importante, más allá de la experiencia personal de Francia, que seguramente va a hacer un aporte muy valioso a favor de sectores que no han tenido espacio político previamente, como las empleadas domésticas, los líderes ambientales y afrodescendientes.
Como economista y feminista, ¿qué oportunidades o posibles fracasos cree que podría tener Gustavo Petro en el manejo de la situación económica del país, que no está en las mejores condiciones, como casi todo el mundo?
Vivimos en una época muy difícil. Argentina está viviendo ahora un retroceso en términos políticos como consecuencia de una crisis económica muy violenta y fuerte. La pandemia y ahora la guerra con el aumento del precio de alimentos y combustibles están generando mucha ansiedad, descontento y muchas necesidades de nuestras poblaciones. Hay un empobrecimiento, que no es solamente material y físico, no es solamente del poder comer todos los días o no, sino también es de poder tener sueños, pensar en estudiar, en tener una casa, en formar una familia. Y con un gobierno que promete un cambio hay mucha ilusión y expectativa sobre lo que viene para el país. Ese es el reto más grande que van a tener que enfrentar y manejar Gustavo Petro y Francia Márquez, entendiendo la desigualdad que atraviesa Colombia.
¿Qué recogió en más de dos años en la Dirección de Economía, Género e Igualdad en el Ministerio de Economía de Argentina?
Es muy importante tener mujeres en espacios económicos. Creo que queda claro que no alcanza con los ministerios de las Mujeres o la Igualdad, o las secretarías de Mujeres. Tenemos que estar en las mesas de debate, en donde se toman las decisiones económicas. Nuestro espacio institucional ha sido bisagra para la planificación de políticas económicas y eso se puede ver en los resultados. En la pandemia, en los primeros dos meses, las mujeres en Argentina retrocedieron 20 años en su participación en el mercado laboral. Hacia fines del año 2021 y, gracias a lo que implementamos, los niveles de empleo y actividad económica en las mujeres eran récord en nuestra historia. Sí sirven las políticas de género, sí les mejoran la vida a las mujeres, a sus familias, a sus hogares y a la sociedad, y eso es un aprendizaje que las feministas tenemos que saber mostrar.
Es muy importante tener mujeres en espacios económicos. Creo que queda claro que no alcanza con los ministerios de las Mujeres o la Igualdad, o las secretarías de Mujeres
Precisamente, que haya una Dirección de Economía y Género le apunta a uno de los problemas más estructurales de las mujeres, que es la pobreza, ¿cree que esta dirección especial debe estar en todos los ministerios, bien sea de Argentina, Colombia o de todo el mundo?
Sí, es fundamental que las mujeres y la economía feminista empiecen a ocupar un espacio institucional. Es muy fácil decir ‘bienvenides’, o ‘hola todos, todas, todes’, pero disputar partidas presupuestarias para llevar adelante programas, planes y políticas con perspectiva de género es algo que es central. Y creo que todos los ministerios de finanzas, economía, hacienda, producción, energía, minería, tecnología, ciencia, deberían tener espacios de igualdad.
El Ministerio de las Mujeres de Argentina es relativamente nuevo, y Colombia está en proceso para crear dicho despacho. ¿Qué podemos aprender del proceso de estructuración del ministerio?
El Ministerio de la Igualdad es importante porque tiene que haber un espacio donde se piensen y se orienten a los demás despachos en cuanto a las mujeres. El Ministerio de las Mujeres o de la Igualdad se ocupa de condensar ese entendimiento de la situación de las mujeres, plantear los cambios y encaminarlos y trabajar en conjunto con los otros despachos. El Ministerio de la Igualdad por sí solo no transforma la igualdad. Ese es un trabajo transversal y en equipo.
NATALIA TAMAYO GAVIRIA
REDACCIÓN DOMINGO
EL TIEMPO
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