Desde hace varios años se han compartido publicaciones en redes sociales, como Facebook y Twitter, en las cuales se asegura que la palabra ‘amén’, utilizada en mayor medida por el cristianismo y judaísmo al terminar los rezos, proviene del dios egipcio Amon-Ra y que, al decirla, se le está adorando en secreto.
Las personas que apoyan la teoría afirman, mediante malabares etimológicos, cosas como: “¿sabes qué significa cuando dices ‘amén’? Amén / Amon / Amon - Ra (egipcio): Amon (griego): Amon -Ra (deidad egipcia); significado: el oculto, el padre de todos los espíritus”.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO puede ver la publicación aquí) Ellos argumentan que “ha sido una de las tantas palabras paganas que, a través de los siglos, han sido ingresadas por la oscuridad en las modificadas sagradas escrituras”.
Ante ello, la Real Academia Española asegura que la palabra proviene del hebreo ‘āmēn’, que se traduce como ‘verdaderamente’. Una de sus definiciones podría considerarla como el sinónimo de “así sea”. En suma, el amén se utiliza, según la RAE, “para manifestar aquiescencia o vivo deseo de que tenga efecto lo que se dice”.
La agencia AFP consultó con expertos en el campo para verificar el origen real de la palabra en cuestión.
Andrew McGowan, decano de la escuela de Teología de Berkeley, de la Universidad de Yale (Estados Unidos), dijo “la palabra ‘amén’ usada en los rezos cristianos y judíos es de origen hebreo, no egipcio”.
Además, destacó que la relación entre ‘amén’ y ‘amon’ es apenas una coincidencia lingüística.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO puede ver la publicación aquí) Paul Doff, profesor de teología de la Universidad George Washington, dijo que es “extremadamente escéptico” sobre la afirmación que circula en redes sociales.
“Nunca he escuchado algo que la vincule con Amun Ra”.
El misterio, ‘desmitificado’ por McGowan y Doff, terminó de derrumbarse tras lo dicho por Jan Ziolkowski, profesor de latín medieval del Departamento de Clásicos de la Universidad de Harvard.
“Amén entró a las lenguas de Occidente a través del latín de la Iglesia, que a su vez lo tomó del griego y este se derivó del hebreo. En hebreo, es un sustantivo que significa certeza o veracidad, relacionado a un verbo que significa confirmar”, indicó.
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