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Jesús no fue el único 'mesías' de su época: ¿por qué su mensaje sí perduró?
Expertos analizan la historia del judaísmo de esos días y los orígenes del cristianismo.
CuandoJesús de Nazareth vivía y deambulaba por el antiguo territorio de Judea, Galilea y Samaria (lo que hoy es Israel y Palestina), se corría la voz de diferentes personas que podrían ser el mesías, esa ansiada figura que los judíos contemporáneos aún esperan, y que es descrita en los libros sagrados como quien será el salvador del pueblo israelí, el descendiente del rey David ungido para gobernar al pueblo hebreo y a toda la humanidad.
Jeshúa ben Yosef (Jesús hijo de José) no fue el único de su época en quien los judíos vieron a su libertador. De hecho, los pergaminos del Mar Muerto nombran a una figura anterior, el llamado ‘Maestro de Justicia’, quien vivió 200 años antes que Cristo, y en quien muchos vieron a aquel que los profetas habían anunciado.
Ese periodo histórico en especial fue el más próspero para los autoproclamados mesías, y registros de ello no hacen falta, según explica a EL TIEMPO Luis Esteban Castro, doctor en Teología y especialista en Historia del Cristianismo.
La misma biblia menciona a algunos de ellos: en Hechos de los Apóstoles 5:36-37, el sacerdote Gamaliel, fariseo y miembro del Sanedrín, trata de restarle importancia al movimiento cristiano, comparándolo con el de otras dos figuras. “Antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A este se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de este, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados”.
De Teudas, el historiador Flavio Josefo dice que lideró un grupo al que hizo creer que era el mesías, y, en un intento por hacer un gran milagro frente a una multitud de seguidores, fue muerto por las autoridades romanas. Judas el galileo, por su parte, levantó una revuelta contra los romanos en la época del censo en Palestina (6 d.C.), fundando a su paso el movimiento de los zelotes, revolucionarios que vieron en él a ese guerrero que los liberaría de la opresión.
Y pese a que Judas no prosperó, los zelotes siguieron siendo un grupo muy poderoso, protagonistas de la segunda guerra judeo-romana, y de donde surgieron otros pseudomesías: Juan de Giscala, Simón Bar Giora y Eleazar ben Simón. Todos ellos líderes militares.
Un siglo después, fue Simón bar Kojba el que, incluso con respaldo de autoridades rabínicas, fue considerado el salvador, encabezando otra revuelta entre los años 132 y 136 de nuestra era.
Los estudiosos de las escrituras empezaron a asociar a la figura mesiánica con alguien que los liberaría de l opresión romana.
“Como se puede ver, hay un factor en común: eran líderes militares, revolucionarios, personas que querían acabar con el dominio romano en Judea. Y esto tiene que ver con la visión de esa época. Los judíos llevaban siglos siendo dominados por varias civilizaciones (asirios, babilonios, persas, griegos y romanos). Los estudiosos de las escrituras empezaron a asociar a la figura mesiánica con alguien que los liberaría de esa opresión”, comenta Castro.
Esto se debe, sostiene el experto, a que en aquella época, ese mismo inconformismo con la ocupación romana fue caldo de cultivo para diferentes sectas del judaísmo, incluido el mismo cristianismo, que originalmente no funcionaba como una nueva religión.
Pero añade: “Pero no esta no era la única visión. De hecho, en esa época surgieron líderes como Dositeo el samaritano o Simón el Mago (también reseñado en la biblia) que eran líderes gnósticos, espirituales y que habrían hecho milagros. Incluso muchos vieron a Juan el Bautista como un cristo (otra palabra para mesías), aún después de que Jesús iniciara su ministerio. Y hoy la visión del mesías judío no es de un líder militar, sino de uno político”.
¿Qué diferenciaba a Jesús?
En el cristianismo se cree que Jesús es el mesías de Dios en la Tierra. Foto:iStock
Pero la figura de Jesús y su mensaje fue sin duda diferente. Alfredo Salgado, historiador del cristianismo, dice que para los judíos era difícil de entender, e incluso contradictorio con sus creencias.
“Esperaban un guerrero, un rey. Pero Jesús era otra cosa, era hijo de un carpintero, de familia humilde y con ideas que eran consideradas controversiales -dice el experto-. Tenemos a un pueblo cansado de la opresión romana, con ansias de una revolución, pero aparece un mesías que habla de poner la otra mejilla o del famoso pasaje en que dice ‘dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, cuando los judíos estaban cansados de pagar impuestos a Roma”.
Y, de acuerdo con Salgado, parte de la persecución que recibió Cristo, así como sus primeros seguidores, deriva precisamente de la influencia de los otros líderes de esos tiempos, en especial de los zelotes, quienes eran un dolor de cabeza para el imperio y planearon en varias oportunidades liberar a Judea por la fuerza. “Cualquier figura que agrupara un gran número de seguidores era una amenaza para los gobernadores y reyes puestos por los romanos, y eso lo muestra no solo la biblia sino los historiadores como Josefo. Y no le pasó solo a Jeshúa ben Yosef, sino a todos sus contemporáneos, quienes corrieron la misma suerte”, señaló.
Jesús tenía ideas controversiales como el pasaje en que dice ‘dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, cuando los judíos estaban cansados de pagar impuestos a Roma.
De ahí la represión que vivió la iglesia primitiva, que además se alimentaba de intrigas políticas y religiosas debido a las fuertes críticas que Jesús hizo a las dos principales sectas del judaísmo de aquellos tiempos: los fariseos y los saduceos; los primeros practicando una ortodoxia bastante marcada, y los segundos, acercados más al poder, a Roma, para mantener privilegios políticos.
Concilio de Jerusalén, el punto de inflexión
Santo Sepulcro. Foto:iStock
Pero, ¿entonces qué permitió que el movimiento se mantuviera? De acuerdo con Salgado, la primera gran diferencia del movimiento de los que al principio eran llamados judíos cristianos es que estos no dieron por muerto al movimiento tras la muerte de su fundador, al creer que había resucitado y ascendido al cielo. “Esto permitió que su fe se mantuviera intacta, pero también que mantuvieran activas sus operaciones”, sostiene.
Pero, además hubo dos figuras importantes en su expansión, y un evento que marcó el nacimiento del cristianismo ya no como secta judía sino como religión: los apóstoles Pedro y Pablo, y el primer concilio de la Iglesia, reconocido por todas las vertientes cristianas: el concilio de Jerusalén.
Pedro, como queda registrado en Hechos 10, fue el primero en predicar el evangelio a un gentil (una persona no judía), el centurión romano Cornelio. Esto pese a su inicial negativa (era de los hebreos que decían que era incorrecto relacionarse con los gentiles) tras una revelación divina en que Dios le habría dado tal orden.
Pablo, por su parte, tras ser un defensor a ultranza de la ley mosaica y perseguidor de los cristianos, tras su conversión dedicó su ministerio a predicar principalmente a los gentiles, luego de que su mensaje fuera rechazado por los judíos. Fue el encargado no solo de evangelizar, sino de establecer ciertos parámetros de conducta e incluso dogmas de la fe cristiana que contradecían en ocasiones al judaísmo.
“Es entonces cuando aparece la primera gran controversia en el cristianismo: ¿El mensaje de Jesús, un judío al que le dieron el título de mesías, era para los hebreos o para toda la humanidad?”, menciona Castro. En el mismo concilio surgió otra duda: ¿Si se predica a los gentiles, debían asumir las prácticas judías, como la circuncisión?
El experto señaló: “No era una discusión menor porque implicaba seguir siendo una vertiente del judaísmo o una religión independiente. Finalmente, por iniciativa de Pablo y por el apoyo que dio Pedro a esta postura, se decidió que los gentiles serían partícipes del evangelio. Esto plantea una ventaja sobre cualquier otro movimiento judío, y es su facilidad de expansión”.
Ya no había la limitante de la ortodoxia judía de no tener o con cualquier otra nacionalidad. El mesías había dejado de ser una creencia solo para aquellos de linaje hebreo. Ahora los cristianos tenían el aval para expandirse por todos los rincones del mundo.