La Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) vive su momento más crítico y está en cuidados intensivos: completa ya nueve años consecutivos de pérdidas, con serios problemas de caja que la han puesto al borde de la emergencia para pagar la nómina y con una deuda creciente que la tiene con una baja calificación para mayores préstamos. Dichos préstamos son el camino que ha tomado la empresa desde hace meses para tapar el hueco fiscal que, por tanto, se acrecienta en intereses.
Según el reporte financiero entregado el viernes pasado a sus socios (que no ven un peso de dividendos desde hace años), la empresa obtuvo ingresos por 1,6 billones de pesos en el 2024, de los cuales 1,4 billones correspondieron a entradas operacionales, directamente relacionados con su negocio de servicios de telecomunicaciones, y 200.000 millones de pesos son de ingresos extra por la venta del cobre.
Este último punto fue un bálsamo para la operación del año pasado y está relacionado con un inmenso flagelo para la organización: la lucha contra las bandas saqueadoras y exportadoras de cobre en la ciudad.
Y aunque los ingresos no son menores, el problema está en la deuda y los costos operativos del negocio, que dejaron a la compañía con un saldo en rojo por 160.000 millones de pesos en el 2024. Ahora bien, si se quita el ingreso extraordinario no operacional por la venta de cobre, en realidad la ETB perdió 360.000 millones de pesos el año pasado, es decir, un promedio de casi mil millones de pesos diarios.
Los cálculos de la deuda que tiene la empresa complican su situación financiera. La deuda acumulada de la ETB asciende a unos 854.000 millones de pesos, a los cuales se deben sumar otros 300.000 millones de pesos que se le adeudan al Distrito por el impago de dividendos, lo que acumula una deuda total que supera los 1,1 billones de pesos.
La nómina asfixia a la ETB
La compañía hoy tiene una operación deficitaria, con una crisis financiera endémica y legada, que la ha obligado a pagar una alta carga de intereses mensuales por la deuda bancaria adquirida para operar, lo que –encima de todo– ha llevado su cupo de endeudamiento a niveles muy pobres: difícilmente un banco le prestaría hoy dinero a la ETB ante esta fotografía financiera actual.
Los ingresos no operacionales, como la venta de cobre o de la red móvil en su momento, ayudaron levemente a tapar el hueco fiscal. Pero ya no hay mucho más de dónde echar mano.
Hoy en día, el déficit de la ETB es de casi 2.000 millones de pesos diarios, hablamos de unos 57.000 millones al mes.
Ese desbalance entre el ingreso y el egreso está principalmente afincado en los gastos operacionales (opex) y los costos de intereses de la deuda acumulada.
Precisamente es en la parte de la nómina donde existe otra gran complejidad para el futuro de la ETB: mientas para empresas como Claro o Movistar el peso de la nómina es del 9 o 10 por ciento del ingreso, en la compañía bogotana esa relación es del 25 por ciento.
Mientras la industria de telecomunicaciones en Colombia y el mundo se contrae en inversión, costos operacionales y nómina, dadas las condiciones de un mercado deficitario (que reduce cada vez más el valor promedio de sus tarifas al público por la competencia agresiva), la ETB –por el contrario– carga con un peso operacional y de costos elevado frente a los demás jugadores del negocio.
Como va, según visión de expertos financieros del sector de las telecomunicaciones, la empresa debe implementar un plan urgente de ajuste y recomposición que contemple alivianar los costos de nómina y operaciones, elevar los ingresos no operacionales y conseguir recursos frescos para implementar el nuevo plan de reenfoque corporativo que la actual presidencia presentó la semana pasada, y que está enfilado en convertir la entidad, principalmente, en una compañía de servicios de transformación digital.
¿Qué debe hacer la ETB?
Antes del primer semestre debe haber dado sus primeros indicios de recuperación con un plan aprobado de transformación; de lo contrario, su futuro en la segunda mitad de año no será otro que acogerse a la reorganización empresarial.
Ya lo había indicado el actual presidente, Diego Molano Vega, en entrevista previa con EL TIEMPO, a pocos días de su posesión en el cargo y ante los primeros números de la operación. En ese camino, el primer aspecto por trabajar es en la reducción de la nómina para reducir el opex, el cual ya empezó: la ETB ha implementado un plan de retiro anticipado para aquellos funcionarios que deseen, con un paquete de beneficios, optar por el retiro voluntario.
Dadas las condiciones actuales, es una salida de oportunidad para aquellos empleados que deseen aprovechar el plan de retiro y hacerse con su capital por liquidación, en vez de enfrentarse a una eventual reorganización con condiciones distintas contempladas en la ley.
El segundo aspecto podría estar en la venta, total o parcial, de su red de fibra óptica, un camino que han tomado otros operadores en Colombia y el mundo, los cuales –al ceder su infraestructura– lograron alivianar los costos operacionales sin perder su capacidad competitiva, refrescando así la caja y parando la empresa de mejor manera ante bancos e inversionistas.
Si bien el camino no se ve fácil, la ETB dará la pelea por lograr un plan de rescate urgente que le permita alivianar su operación, afrontar mejor su deuda y al tiempo transformarse como lo están haciendo el resto de empresas del sector. Es eso o desaparecer.