Las nuevas generaciones no conocen el cuento. Por eso, siempre es bueno recordarlo. Así nació el nombre de este restaurante.
Días después del magnicidio de Luis Carlos Galán, cuando el país estaba más que revuelto, la policía decidió tomarse una casa en el barrio Manga, en Cartagena. Tenía la información de que el lugar pertenecía a un empresario de oscura reputación y que, desde allí, salían diariamente ‘extrañas bolsas blancas’.
El asalto, con más de 100 hombres, en busca de una caleta de droga, se hizo en las primeras horas del 21 de agosto de 1989. En un operativo digno de una película, irrumpieron en esa casa que, en su puerta, tenía un nombre: “Cafetería Los Molina”.
¿Qué encontraron? Cientos de bollos envueltos en hojas: bollos limpios, de mazorca, angelito (de coco) y de yuca. Entonces, el pueblo cartagenero -que no perdona-, empezó a llamar a ese local Narcobollo, nombre oficial que adoptó el negocio en 1990.
Por supuesto, su fama creció y poco a poco le sumaron más oferta, en especial todo lo concerniente a los fritos (los amos de la cultura gastronómica popular costeña). Y de ahí a las sopas: mote y guandul. Y de ahí a platos como la lengua guisada o el arroz de liza, entre otros. Su éxito fue arrollador.
Hoy, Narcobollo tiene diferentes puntos en Cartagena, Barranquilla, Medellín, Bogotá y Miami. El lío es que no todos son parejos. Incluso, el de Bogotá está lejos de ser igual de bueno al local central de Barranquilla, que es el que aquí refiero.
Difícilmente hay un lugar como este en el país en el que uno se pueda dar tan gustoso y poderoso paseo Caribe. Y de buena calidad. Aquí uno va a la fija con los chicharrones con yuca y suero; con la arepa de huevo (todavía hecha a mano por señoras expertas, con maíz molido); con las caribañolas, los kibbes, los buñuelos de fríjol y con sus bollos, por supuesto.
Recomiendo su cayeye para el desayuno -con huevos, chicharrón o chorizo-; su arroz apastelado, generoso y sabroso; y muy especialmente, sus zaragozas (como le dicen en Barranquilla a los fríjoles rojos) con patas de cerdo: un plato para chuparse los dedos.
¡Ojo a su oferta de jugos: de níspero, zapote, corozo, tamarindo o melón! A sus aguas de arroz y de maíz. A su enyucado con helado y a su turrón de ajonjolí.
Alguna vez probé su mote y me pareció normal. Otra vez probé su posta cartagenera y también me pareció rica sin ser excepcional (sigo buscando la posta perfecta). Pero hay que decir que, en general, aquí se come muy sabroso y a buen precio (por decir: arepa de huevo a $ 3.500; bollo de yuca a $4.500 y hayaca a $9.700).
El lugar está abierto desde las 6:30 a.m. hasta las 8:00 p.m. y siempre, todo, está en su punto. Un restaurante irable y muy completo, con un nombre tan increíble como sugestivo. ¡Larga vida a Narcobollo!
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Narcobollo
Cra. 43 # 84-188 (Barranquilla).
Tel: 3157385287.
MAURICIO SILVA GUZMÁN
En Twitter: @msilvaazul