Las bacterias transmitidas por los alimentos y sus toxinas han causado, y todavía causan, graves problemas sanitarios. Especialmente Clostridium, Escherichia, Listeria, Salmonella, Shigella y Vibrio. El empleo de especias como el ajo, el orégano o la pimienta de Jamaica con efectos antimicrobianos y antifúngicos ha sido una de las razones del éxito evolutivo de los humanos.
Pero ¿y si un vegetal tan habitual en nuestros platos como el tomate pudiera también destruir microorganismos? Un nuevo estudio apunta en esa dirección.
El tomate, es el segundo cultivo hortícola en importancia a nivel mundial. Los tomates (Solanum lycopersicum) son unos de los vegetales más consumidos en el mundo. La producción mundial de tomate en 2021 ascendió a algo más de 189,1 millones de toneladas, lo que lo convierte en el segundo cultivo hortícola más importante después de la papa.
Mientras que sus propiedades nutritivas y beneficiosas para la salud debido a sus moléculas bioactivas (licopeno, polifenoles y vitaminas, entre otras) se han estudiado ampliamente y se han relacionado con una amplia gama de ventajas para la salud, la información sobre sus propiedades antimicrobianas era muy escasa.
En una investigación recién publicada en Microbiology Spectrum, científicos de la Universidad de Cornell (Nueva York) han demostrado que el jugo de tomate puede matar la Salmonella Typhi y otras bacterias que dañan el tracto digestivo y urinario humanos.
La fiebre tifoidea, una enfermedad infecciosa de transmisión fecal-oral potencialmente letal que cada año afecta a millones de personas, es causada por esta bacteria.
“La urbanización y el cambio climático podrían incrementar la carga mundial de fiebre tifoidea. Además, las crecientes resistencias a los antibióticos hace que resulte cada vez más complicado tratarla y están facilitando la propagación de esta enfermedad en los grupos humanos sin a agua potable o a sistemas adecuados de saneamiento”, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta bacteria solo vive en la sangre y el aparato digestivo de humanos. Cada año se registran 21 millones de casos de fiebre tifoidea, que causan 200.000 muertes en el mundo. Por otro lado, y a pesar de la disponibilidad de vacunas contra la fiebre tifoidea, numerosos países en desarrollo continúan enfrentándose a obstáculos insalvables para acceder a ellas.
Jugo antibacteriano
La investigación sobre el papel del tomate se llevó a cabo en varias fases. En primer lugar, los investigadores demostraron mediante experimentos de laboratorio que el jugo de tomate realmente tiene propiedades antibacterianas.
Una vez comprobada su eficacia, analizaron informáticamente el genoma del tomate para encontrar los péptidos antimicrobianos (AMP) responsables del proceso. Así fue como identificaron dos AMP potentes capaces de destruir bacterias.
Los péptidos antimicrobianos son proteínas de origen natural que tienen propiedades antibióticas. Se trata de componentes de la respuesta inmune innata conservados en los distintos procesos evolutivos y que desempeñan un papel crucial a la hora de combatir infecciones producidas por bacterias, hongos y virus.
Su rápida actividad antimicrobiana obedece a que atacan directamente la bicapa lipídica de la membrana celular de los microbios, formando poros que, en última instancia, conducen a la permeabilización de la membrana y la posterior muerte bacteriana. Además de sus propiedades antimicrobianas directas, los AMP tienen la capacidad de modular las respuestas inmunitarias y de estimular la liberación de citocinas y quimiocinas, las proteínas que tienen efectos estimulantes o depresores de la respuesta inmunitaria y se usan para ayudar al cuerpo a combatir el cáncer, las infecciones y otras enfermedades.
Una vez identificados estos dos AMP, el equipo realizó más pruebas sobre diferentes variantes de la bacteria que aparecen en lugares del mundo donde la enfermedad es común.
Finalmente, probaron la eficacia del jugo de tomate contra otros patógenos entéricos que pueden dañar el tracto digestivo y urinario. Como resultado encontraron respuestas positivas de ambos péptidos antimicrobianos frente a Salmonella Typhi, a la salmonella no tifoidea (Salmonella Typhimurium) y a cepas de Escherichia coli que causan infecciones de las vías urinarias, como cistitis.
En resumen, este estudio ofrece información valiosa sobre la utilización potencial de los tomates como una fuente natural de alimento antimicrobiano para la promoción de la salud pública. Dada la amplia distribución de sus cultivos en condiciones climáticas muy distintas, los tomates poseen un potencial considerable para pararle los pies a bacterias patógenas.
MANUEL PEINADO LORCA (*)
THE CONVERSATION (**)
(*) Catedrático emérito. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá, Universidad de Alcalá. Es miembro del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.
(**) The Conversation es una organización sin ánimo de lucro que busca compartir ideas y conocimientos académicos con el público. Este artículo es reproducido aquí bajo licencia de Creative Commons.
PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DOMINGO DE EL TIEMPO