Los dientes se encuentran rodeados por la encía y el hueso alveolar que los protegen y los mantienen firmes dentro los huesos maxilares lo cual nos permite comer, reír y hablar. La enfermedad de estos tejidos comienza como gingivitis y pasa a periodontitis. La causa inicial es la mala higiene oral, donde miles de bacterias colonizan inicialmente la encía, posteriormente destruyen el hueso y como consecuencia los dientes se aflojan y se caen.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las periodontopatías graves afectan a casi el 14 por ciento de los adultos, lo que corresponde a más de mil millones de casos en todo el mundo. Según las estimaciones publicadas en el estudio sobre la carga mundial de morbilidad 2019 (Global Burden of Disease Study, 2019), estas enfermedades afectan a cerca de 3.500 millones de personas en todo el mundo.
Dentro de sus principales causas está también consumo de tabaco, alcohol y nuez de areca, que además se cuentan entre las principales causas de cáncer bucal, de acuerdo con lo mencionado por expertos de la OMS.
En la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos, donde hay un incremento constante de la urbanización y cambios en las condiciones de vida, la prevalencia de las enfermedades bucodentales sigue aumentando a causa, principalmente, de la exposición insuficiente al flúor (en el suministro de agua y en los productos de higiene bucodental, como el dentífrico), la disponibilidad y asequibilidad de alimentos ricos en azúcar y el insuficiente a servicios de atención de salud bucodental en la comunidad.
La comercialización de bebidas y alimentos ricos en azúcar, así como el tabaco y el alcohol, ha dado lugar a un consumo creciente de productos que contribuyen a los trastornos de salud bucodental y a otras enfermedades no transmisibles.
Los expertos indican que estas bacterias que colonizan las encías son viajeras silenciosas que se mueven desde la boca a sitios distantes del cuerpo. Esto quiere decir que la infección que comienza en la encía no se queda allí, puede traspasar los tejidos periodontales y, a través del torrente sanguíneo, llegar a sitios distantes como corazón, paredes de vasos sanguíneos y aumentar la respuesta inflamatoria, la cual se ve reflejada por aumento de la proteína c reactiva, que es un marcador de inflamación sistémica. Es por ello que la enfermedad de las encías se ha relacionado con enfermedad cardiovascular, diabetes y más recientemente complicaciones de covid-19.
Enfermedades sistémicas
Desde la Pontificia Universidad Javeriana, la doctora Francina Escobar Arregocés, docente e investigadora del centro de investigaciones Odontológicas (CIO), con el grupo sistémico periodontal han venido analizando e investigando cada vez más la relación de la gingivitis y periodontitis con el infarto del miocardio, hipertensión, diabetes y la apnea, entre otras enfermedades sistémicas crónicas que podrían volverse graves con los años.
Al respecto, la evidencia ha mostrado que los pacientes diabéticos con infección en las encías tienen peor control de la glucosa. También se logró determinar que la presencia conjunta de diabetes y periodontitis aumenta el riesgo de infarto agudo del miocardio.
Los estudios también aclaran que los pacientes hipertensos controlados, cuando tienen infección periodontal, no logran controlar la inflamación sistémica. Asimismo, en pacientes con periodontitis y con apnea obstructiva del sueño se aumenta el riesgo de hipertensión y de cardiomiopatía hipertensiva.
Adicionalmente y derivado de la pandemia, una importante investigación realizada en Catar –con participación de las universidades Complutense de Madrid España y McGill de Montreal Canadá– mostró que pacientes con antecedentes de periodontitis y con covid-19 presentaron 4,5 veces más riesgo de necesitar ventilación mecánica y hasta casi 9 veces más riesgo de mortalidad.
Todo lo anterior obliga hoy más que nunca a mantener una salud óptima de las encías. Primero para mantener los dientes en la boca y, segundo, para cuidar la salud sistémica y la vida especialmente en personas con enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular, apnea, entre otras patologías de alto impacto en la mortalidad.
La solución
Según la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de los trastornos de salud bucodental son prevenibles en gran medida y pueden tratarse en sus etapas iniciales. Estar atento a señales de inflamación como el sangrado de las encías al cepillarse, o espontáneo, es esencial, ya que esta es la primera manifestación de la gingivitis.
Los pacientes deberán visitar frecuentemente al odontólogo y al periodoncista.
Además, es importante mantener el hábito de realizar cepillado dental tres veces al día, junto con el uso de seda dental. Se debe complementar con enjuagues bucales, principalmente con aquellos que contienen clorhexidina o cloruro de cetil piridinio para reducir la placa bacteriana.
El control químico de la placa bacteriana es el complemento perfecto e ideal en la higiene oral individual.
En 2021, la 74.ª Asamblea Mundial de la Salud aprobó una resolución sobre salud bucodental en la que se recomendó abandonar el enfoque curativo tradicional y adoptar un planteamiento que promueva la prevención, incluida la promoción de la salud bucodental en la familia, la escuela y el lugar de trabajo, y que incluya una atención oportuna, integral e inclusiva dentro del sistema de atención primaria.
La resolución afirma que la salud bucodental se debe integrar en la lucha contra las enfermedades no transmisibles y que las intervenciones en esta esfera deben incluirse en los programas relacionados con la cobertura sanitaria universal.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que han realizado las autoridades de salud para la prevención temprana de estas afecciones, las enfermedades bucodentales continúan afectando de forma desproporcionada a las personas pobres y socialmente desfavorecidas.
La relación entre la situación socioeconómica (ingresos, ocupación y nivel de educación) y la prevalencia de las enfermedades bucodentales es muy clara y persistente, desde la infancia hasta la vejez y en todas las poblaciones de los países de ingresos bajos, medianos y altos.
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