Con el regreso de la mayoría de los sectores a la presencialidad, cada vez más personas están teniendo que volver a sus lugares de trabajo y estudio y retomar las rutinas de antes. Eso incluye
dejar durante jornadas enteras a sus mascotas solas en casa. Su estado anímico ya es un factor de preocupación para muchos.
Nerviosismo, ladridos, aullidos o llantos constantes, micción o defecación frecuente y en lugares inapropiados, destrozos en casa, inapetencia, anorexia y falta de motivación, e hiperactividad al observar a los amos o tutores, son algunos signos comunes que pueden indicar que las mascotas sufren de lo que se conoce como ansiedad por separación.
Este trastorno se presenta sobre todo en los perros. Se estima que entre el 15 y el 20 por ciento de ellos la han llegado a experimentar y manifestar en algún momento. No es para menos: se trata de animales domésticos muy sociables, cuyas estructuras sociales hacen que estén acostumbrados a vivir en grupos o manadas, por lo que, al estar solos, desarrollan sentimientos naturales de angustia, depresión o miedo.
En el caso de los gatos la situación es diferente. Si bien ellos también pueden llegar a desarrollar apegos excesivos con sus propietarios, no lo hacen con la misma intensidad que los perros y tienden a acostumbrarse de nuevo a la soledad.
Entre los signos comunes que un tutor puede detectar a causa de este síndrome están:
Nerviosismo, tristeza o depresión cuando la mascota se percata de que el amo saldrá de casa.
Cambio de sus horarios de alimentación, actividad física, acicalamiento y sueño.
Ante la ausencia del propietario, el animal orina y defeca en lugares inadecuados, experimenta inapetencia, depresión o decaimiento; ladra, llora, gime o aúlla por un tiempo considerable y destroza objetos. Se sobreexcita cuando vuelve a ver a su tutor, salta de forma excesiva, se orina de manera involuntaria o ladra sin control.
Estos signos, o algunos de ellos, pueden observarse en perros y gatos de cualquier tipo y es importante tratarlos a tiempo. A veces es fácil hacerles frente sin la ayuda de un etólogo veterinario, pero también hay casos que, de no tratarse a tiempo, necesitarán valoración y seguimiento profesional.
Antes de salir de casa procure que su mascota haya hecho algo de actividad física. Los animales que han hecho ejercicio necesitarán recuperar energías y no tendrán ánimos de hacer destrozos o llorar.
¿Qué hacer?
Cuando los amos conocen los comportamientos frecuentes de sus perros o gatos, pueden identificar con claridad y oportunamente cualquier cambio, por leve que este sea.
También se puede empezar con un proceso frecuente y progresivo en el que los animales vayan acostumbrándose a las rutinas diarias de nuevo. Estas pueden incluir:
Modificación de conducta. Con esto se busca que los animales no relacionen la ausencia de los propietarios con algo negativo como abandono, miedo, peligro o soledad. Es importante que el tutor actúe con total normalidad y algo de indiferencia mientras se prepara para salir, en el momento de abandonar la casa y al regresar. Cuando los tutores miman en exceso a sus mascotas antes de salir o al regresar, ellos adaptan los comportamientos negativos como una forma efectiva para reclamar atención y afecto.
Cambio de rutinas. Perros y gatos identifican las rutinas que los amos tienen antes de salir de la casa, como tomar las llaves y cerrar las puertas; eso les indica que las personas se ausentarán. La solución es cambiar la mecánica: intentar tomar las llaves mucho tiempo antes de salir y hacer las demás acciones con suficiente antelación. En caso de no salir, ponga en marcha acciones como si fuera a hacerlo: apague las luces, vístase formalmente, use loción, cepíllese los dientes...
Luego puede sentarse a ver televisión, escuchar música o leer, o simplemente quedarse encerrado en el cuarto durante un tiempo. Esto sirve para que las mascotas no verifiquen y tengan una lista de chequeo mental de sus rutinas previas a la salida de casa.
Es importante que mientras la mascota se acostumbra, el propietario trate de, hasta donde le sea posible, no despedirse de su perro o gato. Tampoco se devuelva al escuchar los quejidos o ladridos, y al regresar, trate de ignorarlo hasta que se calme. Una vez esté tranquilo es hora de jugar y saludarlo. Este tipo de rituales hacen que las mascotas entiendan que tienen nuestra atención solo en determinados momentos y no cuando ellos quieran.
Mantenga a su animal estimulado sensorialmente a través de juguetes, actividades o alimentos. Esto hará que asocien la ausencia con algo positivo y, además, estarán distraídos por un buen tiempo. En este aspecto es importante que varíe también las rutinas, ya que si el animal asocia la partida del amo con un juguete o una actividad específica, estará alerta una vez se le brinde esa distracción.
Antes de salir procure que su mascota haya hecho algo de actividad física. Los animales que han hecho ejercicio físico necesitarán recuperar energías y no tendrán ánimos de hacer destrozos o llorar.
Evite dejar elementos de valor económico o sentimental al alcance de los animales para evitar que se vean tentados a destrozarlos.
Nunca castigue a su perro o gato cuando, al regresar a casa, note destrozos, falta de aseo o malos comportamientos. Los perros y gatos no asocian el castigo o las palabras negativas con un comportamiento inadecuado, menos cuando ha pasado un tiempo extenso; además, puede generar un aumento del estrés, miedo o ansiedad.
Guarderías. Permita, en la medida de lo posible, que su mascota vaya a colegios o guarderías con cierta regularidad para que pueda cambiar de entorno, hacer otras actividades y compartir con otros animales en lugares al aire libre. Esto, aparte de ayudarles a la socialización, educación y realización de actividad física, permite que se distraigan mientras usted se ausenta.
Tenga paciencia, empatía y consideración. Superar esos momentos de ansiedad, nerviosismo, miedo o depresión no es fácil ni se logra de un día para otro. Todo debe hacerse progresivamente y con la ayuda de todos los del hogar.
En caso de que los comportamientos sean frecuentes o hayan aumentado la intensidad y la duración, es importante buscar la ayuda de un etólogo veterinario. Estos profesionales pueden, a través de la educación, modificar las conductas o sugerir algunos tratamientos homeopáticos o farmacológicos para su mascota.
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GABRIEL GARCÍA - MÉDICO VERTERINARIO
Para EL TIEMPO
En Twitter: @NoSoyEseGabo