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La deforestación (in)visible del Chocó que la comunidad afro intenta frenar

Entre 2016 y 2021 se deforestó en el norte del Chocó un territorio del tamaño de la ciudad de Cali.

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PERIODISTA DE MEDIOAMBIENTE Y SALUDActualizado:

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El norte del Chocó es un puente. Allí, donde el mar Caribe se junta con la desembocadura del río Atrato, entre bosques verdes, aguas cristalinas y una pequeña serranía que forma un tapón natural entre Colombia y Panamá, se encuentra la bisagra que conecta la biodiversidad de Centroamérica con el sur del continente. Por allí transitan jaguares y pumas, a sus árboles arriban más de 100 especies de aves migratorias y en sus playas anidan y subsisten cuatro especies de tortugas, entre ellas la caná, la más grande del mundo.
Allí, en el segundo departamento más pobre del país con 336.619 personas (el 63 por ciento de su población padeciendo pobreza monetaria), crece un monstruo (in)visible. Un fenómeno casi imposible de ocultar cuando se atraviesa en avión, en barco o a pie esta paradisíaca región de una belleza de postal turística. Las montañas, que hace años solían estar repletas de bosque virgen, pintadas de un verde oscuro, como el de las hojas de árboles milenarios, hoy lucen como potreros, pastizales inmensos idénticos a los Llanos Orientales, pero a cientos de kilómetros de distancia. La deforestación se está comiendo la selva.  
Frente a las playas del mar Caribe esa selva que antes lucía inmensa ahora se ha convertido en inmensos potreros.

Frente a las playas del mar Caribe esa selva que antes lucía inmensa ahora se ha convertido en inmensos potreros. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

Lo ilícito

La violencia, la apropiación ilegal de tierras y las actividades ilegales explican en el Chocó (y en Colombia también) como en los últimos tres años (2019, 2020, y 2021) la zona norte del departamento ha sido catalogada por el Ideam de manera consecutiva como un Núcleo Activo de Deforestación (NAD). 
“La deforestación es causada principalmente por la ampliación de la frontera agropecuaria (malas prácticas no sostenibles de ganadería extensiva y agricultura de diversas escalas en áreas no permitidas). La tala ilegal para el comercio de maderas finas a gran escala también es una causa de deforestación relevante. En la zona se registra un incremento reciente de los cultivos de uso ilícito con afectación de la cobertura boscosa. El desarrollo vial aún es incipiente pero facilita el de los agentes de deforestación y la creación de nuevas áreas de intervención”, explica el Ministerio de Ambiente. 
La economía de lo ilegal ha llevado a que, según datos del Ideam, en todo el departamento se hayan perdido entre 2016 y 2021 un total de 65.961 hectáreas de bosque. Algo así como llenar de árboles toda la superficie de la ciudad de Cali, y luego tumbarlos.  
De hecho, tomando como referencia el comportamiento de la deforestación a nivel municipal, para los últimos cinco años (2017 a 2021), en los tres principales municipios del norte de Chocó (Riosucio, Carmen del Darién y Unguía) hubo una deforestación acumulada de 24.272 hectáreas, que representa el 57,8 por ciento de la deforestación del departamento del Chocó para el mismo periodo.
Así lucen algunas de los parches donde arboles centenarios son derribados para crear potreros.

Así lucen algunas de los parches donde arboles centenarios son derribados para crear potreros. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

Según José Camilo Fagua, profesor e investigador de la Universidad Nacional, la riqueza natural que está perdiendo el país es incalculable. Según varias investigaciones se cree que en el Chocó hay más especies de plantas que en la Amazonia, que es considerada como una de las regiones más biodiversas del mundo. Y recuperar el bosque que hoy está cayendo allí puede tomar, mínimo, entre 300 a 350 años.  
Sin embargo, la deforestación, que actualmente es catalogada como un delito, es casi que paisaje, en una zona donde lo ilícito es también lo normal. El control de las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC; conocidas también como Clan del Golfo) es notable en la región y son ellos quienes controlan muchos de los negocios legales o ilegales de la zona. Durante esta investigación visitamos el municipio de Acandí, y allí, cada tres cuadras un grafiti pintado en alguna pared nos recuerda 'AGC Presente!'. También allí, vimos pasar cientos de migrantes ilegales con ruta a Estados Unidos, que buscan la selva del Darién, una zona que según biólogos solía ser de doble dosel, pero que hoy, nos contaron locales, ya se convirtió en una trocha fácil de transitar en un par de días. 
Para Fagua, lo preocupante es que al ritmo actual, Colombia podría perder en unos 30 a 40 años la pequeña línea de bosque que aún queda, que tiene apenas 50 kilómetros de extensión y que divide naturalmente a Colombia de Panamá. “La deforestación es como una bola de nieve, si deforestan acá van a deforestar aquí y luego allá. Si no existe un control entre Colombia y Panamá, yo lo que pienso es que esta frontera va a estar destapada de bosque pronto, en tres o cuatro décadas. Y lo que más preocupa es que son bosques de alto valor”, enfatiza el experto. 

Las causas

En esta zona caribeña, lejana y casi que desconectada del país, donde solo se puede llegar tras un viaje en lancha de poco más de una hora o en avioneta desde Medellín, miles de vacas pastan tranquilas en hatos ganaderos inmensos que quisimos grabar y documentar en nuestra investigación, pero por seguridad se nos pidió no volar dron (aunque finalmente sí lo volamos). Quizá, porque desde el aire podríamos ver más de cerca lo que también se aprecia en los sobrevuelos en avión: siembras extensas de monocultivos, de los cuales es imposible afirmar si son legales o no; y parches inmensos árboles recién tumbados. 
Vacas pastan tranquilas en inmensas extensiones de zonas deforestadas en el Chocó.

Vacas pastan tranquilas en inmensas extensiones de zonas deforestadas en el Chocó. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

Según explica Arnold Rincón López, director general de la Corporación Autónoma Regional del Chocó (Codechocó) es indudable que hoy son los cultivos ilícitos los principales causantes de la deforestación en la región. De acuerdo con el directivo, si bien en los últimos años se han logrado disminuir los incendios que generan la deforestación con apoyo de los alcaldes, los ganaderos y los consejos comunitarios locales, la economía ilícita sigue impulsando las llamas que queman el bosque. 
“Los monocultivos ilegales son la mayor causa de la deforestación en el departamento. Estamos viendo cómo con las Fuerzas Militares y el Ministerio de Defensa hacemos una estrategia para terminar este último fuego que nos queda en el departamento del Chocó”, enfatizó Rincón López. 
“La deforestación es como una bola de nieve, si deforestan acá van a deforestar aquí y luego allá".
Algo que rebate el investigador Fagua, para él las vacas son solo una excusa para apropiarse de la tierra, lo mismo que pasa en la Amazonia. “Lo que la gente hace es tumbar el monte para adueñarse de la tierra porque eso es un súper negocio: usted no tener nada y simplemente ir en época seca, quemar bosque y después con algo de corrupción y con falta de presencia del Estado titula esas tierras a nombre suyo. Para mí ese es el motor de la deforestación. Ya que después a esas hectáreas usted le ponga una vaca es un pretexto para decir que usted es ganadero. Eso económicamente es un negociazo. Porque usted mira en estos lugares es muy difícil sacar las vacas, no hay rutas de y en este momento allí el negocio no es exportar vacas, es apropiarse de la tierra”, enfatiza. 

Las vacas

Si bien no fue posible determinar si las AGC tienen injerencia en el desarrollo de la producción ganadera que se realiza en la zona, sí es cierto que miles y miles y miles de cabezas de ganado desfilan por las selvas, hoy convertidas en potreros con el mar Caribe al frente y las montañas tupidas de la serranía del Darién a sus espaldas. Ellas, las vacas “y unas cuatro o cinco personas que viven en Medellín” son los verdaderos causantes de la gran deforestación que se percibe en la zona, según nos explicaron integrantes de tres consejos comunitarios de comunidades negras consultados en esta investigación. 
De acuerdo con Emigdio Pertuz, representante legal del Consejo Comunitario Cocomanorte, los locales ayudaron hace muchos años a tumbar el bosque porque desde afuera, otras personas llegaron afirmando que el progreso era el ganado y el verde claro del pasto de los potreros. 
Las personas del interior del país vinieron y nos vendieron la idea que la ganadería había que tenerla a sol, todo pelado, todo deforestado, todo tumbado. Pensaban ellos que las vacas no sufren por el sol ni por la lluvia. Olvidamos lo que hacían nuestros ancestros, lo que aprendimos de los indígenas, que es que se puede tener ganadería en sombra, alimentada con arbustos: con ramio ramio, con botón de oro, con nacedero, con quiebrabarrigo. Tumbamos mucho bosque para hacer ganadería”, enfatiza Pertuz. 
Una opinión similar tiene Yenifer Vidal, auxiliar de monitoreo de bosque del Consejo Comunitario Cocomasur. Para ella un reflejo de lo que ha perdido la región con la deforestación son los ríos, que antes eran navegables y que estaban repletos de vida. Hoy, la falta de árboles en sus bordes que gestionen el recurso hídrico ha convertido a grandes afluentes en pequeños riachuelos pedregosos.  
La regulación hídrica es uno de los trabajos que cumplen los bosques. La falta de árboles ha reducido a riachuelos grandes ríos en el Chocó, según las comunidades.

La regulación hídrica es uno de los trabajos que cumplen los bosques. La falta de árboles ha reducido a riachuelos grandes ríos en el Chocó, según las comunidades. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

“Estos postreros no los hicimos los nativos. Son personas que no son del territorio y estas fincas le pertenecen a cuatro o cinco personas. (...) En el afán de tener más potreros para tener más reses no les importa nada”, señala Vidal. 
Al respecto, destaca Efraín Ballesteros, representante legal del Consejo Cocomaseco, esa deforestación se ha visto reflejada también en los humedales, donde cada vez hay menos aves y menos vida. El directivo calcula que entre los cuatro cinco grandes ganaderos que hoy poseen las tierras de la región deben haber un total de 15.000 hectáreas. Un territorio, que en parte, ellos quisieran restaurar. “Nosotros pensamos que en 10 años podamos trabajar un 20 al 25 por ciento de las hectáreas deforestadas”, señala el directivo. 

Esfuerzo comunitario

Cocomanorte, Cocomaseco y Cocomasur trabajan hoy desde distintos frentes, con algunas iniciativas propias y otras en conjunto para frenar y enfrentar la pérdida de bosques en la región. Un objetivo para el que, dicen, aún falta impulso, interés y recursos gubernamentales. 
Mujeres del Consejo Comunitario Cocomasur trabajando en el llenado de bolsas para sembrar plántulas que luego serán usadas para reforestar.

Mujeres del Consejo Comunitario Cocomasur trabajando en el llenado de bolsas para sembrar plántulas que luego serán usadas para reforestar. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

En el Chocó, que caiga la selva no llama la atención, no capta titulares. Una búsqueda sencilla en la herramienta de análisis de datos Google Trends, muestra que cuando se busca el término “deforestación”, en Colombia el “páramo” y “la Amazonia” son los dos primeros términos relacionados. Eso, a pesar de que el Chocó y la Amazonia fueron hace cerca de 15 millones de años una misma selva, que la naturaleza separó con el surgimiento de la cordillera de los Andes, que cortó el bosque en dos. 
“Las cifras de deforestación lo que demuestran hoy es que los esfuerzos no han sido suficientes".
Pero en Google (el buscador web más usado del país), el Chocó no aparece entre las 20 temáticas relacionadas con mayor cantidad de búsquedas, y el Pacífico (una zona mucho más amplia que incluye otros departamentos como Valle del Cauca y Nariño) solo aparece hasta el puesto 14 entre las mayores búsquedas. 
Así se sienten los tres consejos comunitarios, ignorados entre el desconocimiento, entre la falta de iniciativas gubernamentales para frenar la problemática. Para todos los representantes y de los tres consejos comunitarios hoy una de las cosas claves que falta es una mayor participación de Codechocó como autoridad ambiental para poder frenar la deforestación.  
Plántulas del vivero del Consejo Comunitario Cocomaseco, que se usarán para reforestar la selva afectada.

Plántulas del vivero del Consejo Comunitario Cocomaseco, que se usarán para reforestar la selva afectada. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

“Una de las cosas que se tiene que hacer es que Codechocó debe asumir un rol de controlar la deforestación para evitar que se siga ampliando la frontera ganadera”, señaló Ferney Caicedo, parte del equipo técnico de Cocomasur. Algo similar aseguró Alejandro Ballesteros, asesor de proyectos de Cocomaseco, quien dijo que se requiere que la autoridad ambiental apoye, pero también los grandes entes gubernamentales del país y organizaciones internacionales, porque solo los consejos se quedan pequeños ante una problemática tan grande. 
Al respecto, Arnold Rincón López, director de Codechocó, destacó que hoy se han hecho desde la corporación grandes esfuerzos por la restauración y que de hecho, en conjunto con los tres consejos comunitarios actualmente se están reforestando 360 hectáreas de bosque en la región, un esfuerzo importante pero que para Cocomanorte, Cocomaseco y Cocomasur debe ser más grande, en una zona donde anualmente se pierden en promedio cerca de 10.000 hectáreas de bosque. 
“Las cifras de deforestación lo que demuestran hoy es que los esfuerzos no han sido suficientes. Es por eso por lo que en el Gobierno del Cambio y con el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, nos trazamos una hoja de ruta que une a diferentes sectores alrededor de un solo propósito: rescatar la selva de la deforestación trabajando de la mano con las comunidades”, señaló por su parte del Ministerio de Ambiente.  
Artículo desarrollado gracias al apoyo de la iniciativa Unidos por los Bosques liderada por la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) y la Embajada de Noruega, con el apoyo de las embajadas de Reino Unido y la Unión Europea, así como Andes Amazon Fund y Rewild. 

Más noticias

EDWIN CAICEDO | @CaicedoUcros
REDACTOR MEDIOAMBIENTE | @ElTiempoVerde

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