Después de la pandemia, cada vez se le presta más atención a la salud mental de las personas y es más frecuente encontrar contenidos especializados en redes sociales, blogs, pódcast y otro tipo de fuentes.
Sin embargo, poco se ha hablado de un fenómeno que ha venido tomando auge en Estados Unidos, España o Singapur, y, se presume, que se extenderá a otras ciudades y países, y tiene que ver con el uso de medicina psiquiátrica de uso humano en perros y gatos.
¿De qué se trata?
Con el avance de la medicina veterinaria, los animales de compañía también vienen siendo diagnosticados con condiciones que antes se creían exclusivas de los seres humanos, como ansiedad, depresión e incluso comportamientos obsesivo-compulsivos.
Según el médico veterinario Nicholas Dodman, profesor emérito de la Universidad de Tufts, “no se trata simplemente de mascotas traviesas o maleducadas, sino de condiciones clínicas reales en donde la química del cerebro del animal está alterada y necesita intervención, para superar condiciones emocionales”. Sin embargo, como también menciona Dodman, “no se trata de automedicar a las mascotas cuando ladran constantemente”, sino que deben considerarse como alternativas cuando ya se han agotado otros recursos.
En este mismo sentido, la etóloga veterinaria Andrea Torres menciona que “vale la pena hacer un diagnóstico etológico y comportamental profundo de las mascotas, antes de istrar cualquier fármaco que ayude a mejorar ciertos comportamientos”.
Además, agrega: “si bien las medicinas que se emplean son seguras, nunca se debe automedicar a las mascotas ni con estas ni con cualquier producto veterinario por más seguro que parezca o por más fácil de conseguir que pueda serlo”.
Según la profesional, “en Colombia aún nos falta mucha educación y legislación para que cualquier medicamento o producto veterinario deba ser adquirido con prescripción como sucede en países de Europa o en Estados Unidos, lo que resulta en que las personas automediquen a sus mascotas desconociendo los riesgos”.
Existen diferentes condiciones en las mascotas que podrían requerir medicina psiquiátrica; de hecho, ya existen algunas medicinas de uso veterinario. Sin embargo, la evolución de este tipo de terapias aún no es comparable con los avances en la medicina humana, razón por la cual se ha venido experimentando con medicinas de uso humano.
Los perros y gatos pueden experimentar miedos extremos. Foto:iStock
Las condiciones más frecuentes en las mascotas son:
Trastornos obsesivos compulsivos (TOC). Hace referencia a las conductas de carácter repetitivo que no tienen un propósito definido, que no se pueden controlar y que afectan la calidad de vida y el bienestar de las mascotas. Aquí se pueden encontrar comportamientos como perseguirse la cola, ladrar constantemente, succionarse el flanco, lamer el aire o tomar agua de manera compulsiva. Como tratamiento, explica Torres, “se ha venido implementando la fluoxetina y la sertralina de uso humano”.
Ansiedad por separación. Se observa principalmente en aquellas mascotas que experimentan ansiedad, estrés y pánico cuando se quedan solos en casa. Como resultado de esta condición, el animal vocaliza excesivamente, destruye objetos o se autolesiona. Para tratarlo se han empleado medicamentos como la fluoxetina o la clomipramina.
Miedos extremos. Que se dan como resultado frente a estímulos como pirotecnia, tormentas, visitas al médico veterinario, entre otros. Para tratarlos se emplea alprazolam o trazodona.
Nunca se debe automedicar a las mascotas con cualquier producto veterinario. Foto:iStock
Recomendaciones básicas
Aunque la gran mayoría de los médicos veterinarios están de acuerdo con que las ventajas del uso de este tipo de medicamentos superan las desventajas o los riesgos, también concuerdan en que estas deben ser usadas de manera responsable e informada.
Según la etóloga veterinaria Andrea Torres, “todos los medicamentos, sin importar si son psiquiátricos o no, deben ser usados con responsabilidad y posteriormente a una evaluación profesional veterinaria”. De acuerdo con la etóloga, estos medicamentos requieren evaluación, dosificación, criterios de istración y valoración adecuadas para evitar problemas como sobredosis, toxicidad, letargo, vómitos o diarrea, aumento de la salivación, temblores musculares, entre otros riesgos.
Por esto, el llamado que hacen los expertos es a “acudir a consulta veterinaria y a consulta etológica oportuna para instaurar un plan de diagnóstico y tratamiento adecuados, y recurrir a este tipo de medicinas como última opción”.
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