En el marco de la 115.ª Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano, que se realiza esta semana en Bogotá, representantes de la Iglesia Católica que trabajan en el área de influencia de la ruta que toman los migrantes hacia su paso por la selva del Darién, junto al presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Jesus Gonzáles de Zárate, hicieron un llamado a no olvidar esta problemática, que hace que miles de personas se movilicen a diario por esta región, enfrentando peligros y precarias condiciones de vida.
"Queremos pedirles que no se olviden de esta realidad. En los últimos meses han surgido otras problemáticas preocupantes en el mundo, la guerra, situaciones de violencia y de tensión. Esta realidad de la migración venezolana urge también de la atención y de la ayuda de los organismos multilaterales", manifestó el representante de la Iglesia venezolana , quien además es arzobispo Cumaná.
"Por eso pedimos con humildad, pero también con insistencia, que esta situación no sea olvidada o dejada atrás", recalcó monseñor Gonzáles de Zárate, quien a finales del año pasado tuvo la oportunidad de visitar las poblaciones de Necoclí y Apartadó, en Antioquia, para conocer de primera mano la realidad que viven los migrantes que pasan por la zona.
Por su parte, monseñor Hugo Alberto Torres Marín, arzobispo de Santafé de Antioquia, indicó que lo que han notado a partir de la presencia que hacen ellos en la región, es que aunque aparentemente la migración se ha reducido en volumen -dice que ya no se ven los represemientos de hasta 21.000 personas en municipios como Necoclí, que no cuenta con capacidad para albergarlas- sigue presentándose un flujo permanente de unas 800 personas diarias por estas poblaciones.
"Por Santafé de Antioquia, que es mi zona, todos los días veo caminar familias completas. Allá ellos buscan pasar la noche para continuar al día siguiente el tránsito, otros se quedan un poco más de tiempo buscando los recursos para la continuidad del mismo", detalló el prelado, quien además hizo un llamado a no aprovecharse de la vulnerabilidad de los migrantes en su paso por el territorio nacional.
"Colombia no puede ser calificada como una sociedad coyote. No hagamos del migrante una presa para despedazar quitándole los pocos recursos que tiene. No hagamos del migrante una persona para el beneficio propio y el enriquecimiento ilícito. Deben ser personas para expresar la solidaridad", pidió el obispo.
Monseñor Hugo Alberto Torres Marín, arzobispo de Santafé de Antioquia. Foto:CEC
Monseñor Torres además apuntó que en Colombia hay un número aproximado de 2 millones 700.000 venezolanos, sin contar aquellos que van de paso.
Por su parte el presbítero Leonidas Moreno Gallego, de la Diócesis de Apartadó hizo también un llamado a que, además de las iniciativas que ha emprendido la Iglesia en la región para brindar alimento, abrigo y ayuda a los migrantes -cuyo alcance es limitado-, las autoridades locales y nacionales regulen en la zona temas como el precio de los alimentos y definan aspectos como las rutas más seguras y cortas para garantizar el bienestar de las personas en tránsito.
"Si las condiciones son difíciles, situaciones de riesgo y uno ve que no hay medidas de las istraciones municipales y nacionales para que estas personas sean más acogidas y protegidas, uno ve que todo va quedando en manos de quienes están sacando muchos réditos económicos. Se mueve como un negocio y no podemos hacer de la migración un negocio sino que tenemos que ser solidarios", expresó el presbítero.
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