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Qué le pasa al cerebro cuando miramos las redes que tenemos sensación de 'vacío'
Dietas, ejercicios, actitudes mentales: todo se ofrece con la mejor intención, pero suele generar cierta angustia.
Suelen ser buenos consejos, aunque muchos deberían verificarse con profesionales de confianza. Foto: iStock.
Un breve tiempo en plataformas como Instagram o TikTok y comenzamos a sentirnos mal, en falta. Esto ocurre especialmente cuando el algoritmo, muy astuto, detecta que nos interesan temas relacionados con la salud y el bienestar en su sentido más amplio.
En ese momento, las aplicaciones nos bombardean con ‘reels’ de profesionales y no profesionales de los más diversos campos que nos informan sobre lo que deberíamos hacer o evitar para estar sanos y felices.
Dietas, ejercicios, actitudes mentales, todo se ofrece con la mejor intención y, en muchos casos, con consejos realmente útiles, pero irónicamente el resultado emocional tras ver estos reels suele ser de cierta angustia, la que sentimos cuando nos vemos "fuera de lugar" al comparar nuestra situación con las múltiples propuestas que se nos presentan.
La intención de generar impacto hace que los mensajes de los comunicadores de estas redes tengan un énfasis y una convicción abrumadora.
La maravilla del magnesio, abdominales ya, actitudes emocionales positivas, consejos para que el matrimonio no se arruine, lo que debemos comer antes de dormir, lo perjudicial de hacer ciertas cosas, consumir ciertos alimentos o tener ciertas actitudes que nos hacen infelices.
No es insignificante que el efecto emocional negativo se produzca tras un exceso de mirar a personas que muestran su bienestar. Foto:iStock
Reiteramos: suelen ser buenos consejos, aunque muchos deberían verificarse con profesionales de confianza. Pero aquí nos enfocamos en el resultado emocional tras la visualización continua de propuestas para una calidad de vida que, siempre, demuestran que estamos lejos de ir por el buen camino hacia la salud y la felicidad.
Algunos dirán que la sensación de estar en falta que muchos experimentan tras pasar por las redes sociales es consecuencia, precisamente, de mirar demasiados 'reels' y publicaciones que saturan la atención.
Es un buen punto. No es insignificante que el efecto emocional negativo se produzca tras un exceso de mirar a personas que muestran su bienestar, mientras nos ofrecen su ejemplo para que salgamos de nuestro estado que, obviamente, no es tan bueno como el de ellos.
Digamos también que la propuesta implícita en esta saturación de informaciones para alcanzar cierta "perfección" recuerda lo que el autor Russ Harris llamó "la trampa de la felicidad".
Esta consiste en creer que hay un lugar perfecto al que, obviamente, nunca llegamos por culpa propia, y uno imperfecto, en el cual existimos y del cual deberíamos salir lo antes posible por lo defectuoso que es.
Este autor dice, con sabiduría, que la felicidad no es un estado natural, ni es sinónimo de placer ni tampoco su ausencia se debe a que somos "defectuosos" por sufrir tristezas, caídas, confusiones, "imperfecciones" corporales u oscuridades.
A su vez, si de felicidad hablamos, viene bien recordar el siguiente párrafo de Viktor Frankl, psiquiatra y filósofo creador de la Logoterapia, que dice: "La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida".
La mirada en otras cosas
¿Cuáles serían esas "otras cosas" a las que alude Frankl? Posiblemente sean algo más interesante que tratar de atrapar mariposas o felicidades. Lo que sí damos por seguro es que esas "cosas" están lejos de nuestro ombligo.
La felicidad no es un estado natural, ni es sinónimo de placer ni tampoco su ausencia se debe a que somos "defectuosos". Foto:iStock
O, al menos, no lo tienen como centro del universo. Valore el lector algo que ame, algo que le guste, algo que lo entusiasme, algo que lo dignifique y ofrezca sentido o que le permita sentir un poco de paz olvidándose un rato de sí mismo, y de repente verá con sorpresa que tiene una mariposa posada sobre el hombro.
Ya que estamos en la línea de citar frases, vamos también por aquella del libro de sabiduría china llamado I Ching, que dice que "la mejor manera de combatir el mal es un enérgico progreso en el sentido del bien".
Demasiado énfasis en "combatir" la gordura, el sedentarismo, la hipertensión, las emociones negativas, las estrías o los problemas de pareja. Eso vale, por cierto, pero se transforma en un boomerang cuando no honramos lo que de "bien" existe en nuestro presente, por más que no sea fácil verlo en ocasiones.
Así las cosas, no es mala idea promover la buena vida, que es la real (con todos sus ingredientes, inclusive los difíciles), no la ideal, y no cambiar aquella vieja culpa de antaño por otra moderna, que nos señala con el dedo por no seguir los "mandamientos" para acceder a una utopía inexistente.
Siempre se ha dicho que hay que cambiar al mundo (y a nosotros, como parte de ese mundo), pero quizás sea hora de, más que cambiarlo, ofrecerle un poco de amor y una mirada generosa, que con eso lo demás, felicidad incluida, vendrá por añadidura.
*Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación Argentina (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.