Pocos pondrán en duda que la fascinación por la observación del cielo y la indagación sobre los objetos que habitan el universo hacen de la astronomía una de las ciencias que más inspiración ha generado en otros variados ámbitos de la cultura, incluido el arte.
Arte y astronomía han acompañado a los seres humanos desde sus más antiguos orígenes. Piezas como el disco celeste de Nebra, un mapa del cielo hecho en la Edad de Bronce donde están representados el Sol, la Luna, y las estrellas, revelan una larga conexión entre representaciones de ambos campos.
Es durante la Edad Media cuando confluyen de manera más vívida, y a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando empiezan a alejarse una de la otra. En parte, la diferenciación entre arte y ciencia surge cuando se establece la designación científico (en inglés scientist) como una fusión de las palabras en inglés “science” y “artist”, para referirse a la persona que hace ciencia. Antagónicamente, esta fusión establecería una marcada distancia entre los oficios del arte y de la ciencia. Pese a la fragmentación, grandes artistas siguieron encontrando inspiración en el firmamento.
Hoy, cuando se cumplen 78 años de la muerte del pintor Vasili Kandinsky, quiero referirme a las representaciones abstractas que esconden la profunda emoción del artista ruso por el cielo. Emoción profunda es justamente el nombre de uno de sus cuadros más famosos. De 100 centímetros de alto por 76 de ancho, en esta obra se combinan vívidos colores de círculos de diversos tamaños con una mancha oscura sobre la cual resaltan.
La obra pintada al óleo en 1928, cuando era profesor en la famosa escuela de diseño Bauhaus, refleja la meditación de Kandinsky por la belleza celestial de los círculos, forma geométrica que caracterizó el periodo más sofisticado de su carrera, en el cual se destaca también un provocativo uso del color. Los círculos parecen estar flotando en el espacio, como astros eclipsantes y chocando entre sí en su movimiento a través del cosmos.
Es sabido que existe una fuerte conexión en la obra de Kandinsky con los planetas, las estrellas y otros astros, en particular, los círculos pintados sobre fondos oscuros reflejan esa fascinación por las representaciones del cosmos y de la indagación por las leyes de la naturaleza y su creación. En 1900 ya había dado muestras de este interés astronómico con su pintura titulada El cometa.
Durante este período, gran parte de su inspiración proviene de las noches oscuras y despejadas en las que invitaba a un amigo astrónomo a su casa para poder escudriñar el firmamento con un telescopio. Recibió de su amigo conocimientos en astronomía que seguramente fueron determinantes para su técnica pictórica donde la armonía era parte esencial, esa misma armonía que encontraba en el firmamento y que transmitió a sus pupilos en la escuela Bauhaus. Kandinsky recurre al espacio exterior como orden absoluto del universo.
Hacia los últimos años de su carrera, la obra Cometas de 1938 reúne varios elementos de la abstracción astronómica de Kandinsky, que marcarían para siempre un referente en el arte mundial.
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SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional