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El fruto tropical que favorece la función muscular, el tránsito intestinal y la eliminación de líquidos
• La chirimoya aporta potasio, lo que favorece el sistema nervioso y la eliminación de líquido.
• Su pulpa contiene vitamina C, fibra y compuestos aromáticos naturales como el ácido hexanoico.
La chirimoya, conocida por su pulpa blanca y dulzura inconfundible, destaca entre las frutas tropicales por su riqueza en azúcares simples y nutrientes esenciales.
De acuerdo con información del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cerca del 20 % del peso de este fruto corresponde a carbohidratos, principalmente fructosa, glucosa (alrededor del 11 %) y sacarosa (aproximadamente 9 %), lo que explica su elevada carga energética. Pese a su dulzura, su contenido en grasas y proteínas es bajo.
Además de su valor calórico, la chirimoya aporta una combinación beneficiosa de potasio y vitamina C. Tal como señala el ministerio, “el potasio favorece el sistema nervioso, la función muscular y la eliminación de líquidos, mientras que la vitamina C actúa como antioxidante, refuerza el sistema inmunitario, interviene en la formación de colágeno y mejora la absorción de hierro”.
Sus beneficios. Foto:iStock
Aliada del sistema digestivo y fuente de compuestos aromáticos
Gracias a su contenido en fibra, esta fruta también se convierte en una aliada del tránsito intestinal. El consumo de chirimoya puede contribuir a mantener una digestión saludable, complementando su aporte nutricional con beneficios para el bienestar general. Su aroma distintivo se debe a compuestos volátiles extraídos de su pulpa, entre los que se encuentran los ácidos hexanoico y octanoico.
La chirimoya proviene del chirimoyo, árbol perteneciente a la familia de las anonáceas. Lejos de ser un fruto simple, este se conforma por la unión de múltiples pequeños frutos que surgen de flores fecundadas de forma independiente. El Ministerio de Agricultura detalla que dicha fecundación puede ocurrir “de manera natural por escarabajos o mediante polinización manual”.
Su aspecto externo recuerda al de un corazón y su tamaño puede compararse al de un pomelo. La piel verde que la recubre posee un patrón de escamas, cada una correspondiente a uno de los pequeños frutos fusionados. Este recubrimiento resulta muy fino y frágil.
En su interior se encuentra una pulpa blanca y carnosa con textura suave y sabor dulce, que suele asociarse a una mezcla de piña, mango y fresa. Entre la pulpa se reparten numerosas semillas negras, fáciles de separar, según la misma fuente.
El origen de este fruto se sitúa en las zonas altas de los Andes, en países como Perú y Ecuador. Su nombre proviene del quechua chirimuya, que significa “semillas frías”, en referencia a su capacidad de germinar en altitudes elevadas. También se encuentra en otras regiones andinas como Chile y Colombia. El Ministerio de Agricultura indica que “los españoles la llamaron ‘manjar blanco’ y la introdujeron en Europa, África y posiblemente Asia”.
Actualmente, existen alrededor de 50 especies de chirimoya, aunque solo ocho tienen relevancia comercial. Las variedades más comunes incluyen la verde en versiones grande y pequeña, la gris y las de tonos rosados o rojos. Dentro de estas, la verde pequeña se caracteriza por su firmeza y sabor especialmente dulce.
La temporada ideal para su consumo es el invierno, cuando alcanza su punto óptimo de maduración. Cerca del 60 % de su peso total es comestible, lo que la convierte en una opción muy aprovechable dentro de la alimentación diaria.
En términos nutricionales, la chirimoya “es una excelente fuente de hidratos de carbono, potasio y vitamina C, además de nutrientes esenciales para la energía, la salud cardiovascular y el fortalecimiento del sistema inmunológico”, de acuerdo con el informe elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
EFE.
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de EFE y contó con la revisión de la periodista y un editor.