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Sokushinbutsu: la impactante práctica budista de momificarse en vida
Esta práctica japonesa buscaba abnegarse para alcanzar la iluminación.
Muchas de las momias tiene más de 100 años de antiguedad. Foto: Página oficial Ciudad Yamata
Una caja de vidrio con marcos de madera, guarda en su interior lo que parece una figura humana. Con vestimentas ostentosas y un Yapa mala en sus manos -el cual podría asemejarse a un rosario-, reposa el cuerpo de quien alguna vez fue un monje budista, determinado a sacrificarse para ayudar en la salvación de la humanidad.
Bajo esta premisa, los monjes de Yamagata, de la escuela Shingon, se sometían durante tres años a dietas estrictas que secaban sus órganos mientras estaban vivos. Es decir, comenzaban a deshidratarse desde adentro para poder mantener su cuerpo.
Esta práctica se conoce como sokushinbutsu, término que se traduce como “convertirse en Buda en el cuerpo del monje”. Hay registros de personas que lo intentaron desde el año 1080 hasta el año 1877 cuando se conoció el último caso. Sin embargo, esto no significa que todos los casos se hayan dado con éxito.
#WordOfTheDay SOKUSHINBUTSU: Japanese Buddhist monks who achieve self-mummication. They would exercise rigorously to rid all body fat from their system, drink a poisonous tea, and remain in a tiny tomb in the lotus position until confirmed dead. The process took over 3000 days. pic.twitter.com/GMEGK5mtDn
Los monjes que lo intentaron tenían diferentes razones: lo hacían para obtener la iluminación, aliviar el sufrimiento del mundo o para ofrecerse a sí mismos por algo más grande.
Pero para esto, antes debían llegar a Tushita, la Tierra Pura. Según Kūkai (774-835), fundador de la secta budista esotérica Shingon, para llegar a este lugar era necesario que los cuerpos de los monjes se preservaran por medio de la momificación.
El templo Shugyozan Nangakuji, ubicado en la ciudad ciudad de Tsuruoka, fue fundado en 1653. Foto:Página oficial templo Shugyozan Nangakuji
Más de mil días de ayuno
En la década de los años 60, un grupo de investigadores llegó hasta la prefectura japonesa de Yamagata, debido a que había rumores que aseguraban la existencia de estas momias. Allí no sólo descubrieron la existencia de cinco templos que aún las preservaban, sino que lograron conocer el por qué y cómo habían llegado a eso.
El doloroso proceso comienza con una dieta llamada mokujikigyō, la cual traduce “entrenamiento para comer árboles” y consistía en comer solamente semillas y frutos secos. Esta debía durar mil días (aproximadamente tres años), en donde el monje también debía ayudar en las tareas más duras de la comunidad.
Aquí el cuerpo comienza a perder grasa, agua y masa muscular de manera significativa. Así mismo, hacía que perdiera los nutrientes que ayudan a mantener las bacterias y parásitos, ayudando a detener el deterioro del cuerpo después de la muerte.
Además, si sentían sed, tenían dos opciones. La primera es que podían tomar un té hecho con la corteza del árbol llamado Toxicodendron vermiculum. De este se extraen componentes sumamente tóxicos, utilizados para hacer la tradicional laca japonesa. A estos barnizados se les llamaba urushi, así como el té que tomaban. Esto también ayudaba a la preservación interna de los órganos y a la eliminación de fluidos corporales.
El templo Ji pasó a ser en 1699, una de las escuelas de Budismo Shingon. Foto:Página oficial templo Shugyozan Nangakuji
La segunda opción era beber cantidades limitadas de agua salinizada con arsénico, lo cual ayudaría de igual manera a deshidratar el cuerpo. Los investigadores encontraron que esto era importante en el proceso, debido a que incluso después de la muerte, los tejidos seguían siendo altamente tóxicos, impidiendo que las bacterias pudieran adherirse.
Una vez finalizada esta etapa, el monje se preparaba para meditar hasta su muerte.
El siguiente paso era pedirles a sus alumnos que lo encerraran en una estrecha caja de pino, mientras estaba en posición de flor de loto. Luego insertaban una vara de bambú para que su maestro pudiese respirar y al final lo enterraban vivo al fondo de un pozo. Allí meditaba en total oscuridad y tocaba una vez al día una campana que avisaba que estaba vivo.
Cuando la campana dejaba de sonar, los discípulos quitaban la caña, sellaban la caja y esperaban mil días más.
Si el cuerpo se encontraba en descomposición al abrir la caja después de casi tres años, se enterraba al monje después de un exorcismo. Usualmente, reconocían su sacrificio haciendo una gran ceremonia en su honor. Ahora bien, si el cuerpo estaba intacto y momificado, el monje había llegado a la iluminación y se convertía en un venerado sokushinbutsu.
Esto, de alguna forma, desafiaba las leyes de la naturaleza.
Cada seis años se cambia la ropa de los monjes momificados. La tela se utiliza para amuletos que luego se venden. Foto:Página oficial templo Dainichibou
Para los investigadores sigue siendo algo increíble, pues Japón no cuenta con un clima apropiado para la momificación. Sus veranos son cálidos y húmedos, además hay estaciones que hacen que las temperaturas vayan cambiando. Tampoco hay desiertos áridos, ni picos cubiertos de hielo.
Sin embargo, la deshidratación y secado de adentro hacia afuera, sumado al embalsamiento que hay con los componentes tóxicos del urushi, hacían que el ritual fuera posible.
At Dainichibou Temple, they change the vestments of a monk named Shinnyokai-shonin, who was a Sokushinbutsu (mummified monk) every 6 years (year of the ox 🐂 and year of the sheep🐑 )https://t.co/cfdLPrLilwpic.twitter.com/pSORLBVhEE
Por otro lado, la última persona en realizar esta práctica, lo hizo ilegalmente. El emperador Meiji prohibió en 1877, la automomificación en todo el país, pero un monje de la secta llamado Tetsuryukay, llevaba años preparándose para esto.
En Japón se pueden encontrar aproximadamente 18 de estos cuerpos, aunque no todos están expuestos al público. Especialmente en las montañas de Dewa Sanzan, ya que son un sitio de peregrinación Budista muy importante.
Estas montañas se encuentran en la prefectura de Yamagata, lugar que acoge seis templos donde se pueden ver a las momias actualmente: Kaikoji, Nangakuji, Honmyoji, Dainichibo, Churenji y Zokoin. En Niigata hay otros dos: Kannonji y Saishoji.
El resto se encuentra distribuido entre las de Fukushima, Ibaraki, Kanagawa, Nagano, Gifu y Kioto.